La actriz y el dramaturgo están de paso en La Serena, en el marco del Festival de Cine de la capital regional, donde aprovecharon de contarnos sobre el "secreto" de una relación de tan largo aliento

Ella tiene 94 años; él, 81. Se trata de dos destacados personajes vinculados a la cultura y el arte nacional, ambos con una amplia trayectoria principalmente vinculada al teatro.

Hablamos de la destacada actriz Bélgica Castro y el dramaturgo Alejandro Sieveking, quienes han construido una larga historia de amor y aventuras, donde las risas y los sinsabores han marcado la personalidad de una pareja inquebrantable, que se conoce desde 1956.

Toda una vida. Sin embargo, están casados desde hace 54. Y se ven con la frescura de una novel pareja de pololos. 

Aunque, como todo en la vida, reconocen que los traumas nunca se olvidan y siempre dejan huella.

Pero hay recuerdos bellos. El conoció a Bélgica en 1955 cuando era profesora de Historia del Teatro en la Universidad de Chile. Aunque años atrás ya la había visto sobre el escenario del Teatro Experimental de la Casa de Bello. Ya le había llamado su atención. Ese fue el origen de todo.

Bélgica, cuando era una joven actriz.

Por estos días, están en La Serena en el marco del segundo Festival de Cine de la capital regional, iniciativa liderada por el municipio serenense.
Y están muy contentos de estar por esta zona. Bélgica dice estar “encantada de estar aquí. Se nota que hay una entrega por hacer las cosas bien”, destaca, al momento que Sieveking agrega que “se trata de una fiesta y de proyectos que cuesta muchos años llevar adelante porque son caros y estimularlos es muy importante”, indica, en consonancia con el crecimiento que ha tenido el cine chileno en las últimas décadas, con directores consolidados y otros emergentes.

Respecto al desarrollo de estas actividades en regiones, ambos son muy optimistas. “Los festivales importantes son los de Valdivia y Viña del Mar, y en Santiago incluso no existe un festival que sea competitivo, digamos. Por eso, es tan importante que sigan haciendo en regiones. Y en La Serena es más especial, considerando que tenemos el mar y la cordillera tan cerca, y así se difunde la ciudad ”, destacó el dramaturgo.

Volviendo un poco a ellos, vemos que los gestos de esta pareja son cercanos, amables. Incluso él le sirve el endulzante al café de Bélgica mientras se da esta conversación.

Recuerdan que efectivamente son seis décadas de historia, donde ella marca el tono, pues le lleva trece años de ventaja.  Se conocieron y nunca pudieron separarse, pues llevan el arte en la sangre. Bélgica incluso bromea con esta situación de la diferencia de edad. “Que no se sepa en público por favor”, nos cuenta en tono de broma.

“Lo importante es encontrarse con la persona que uno mejor se entienda, no importa la edad. Se trata de un tema de entendimiento y de paciencia, porque hay parejas que incluso no son capaces de durar por mucho tiempo. Pero también hay gente que tiene suerte, como nosotros”, enfatiza Alejandro.

DEJAR LA PATRIA

Uno de los momentos duros de la vida de esta pareja fue el exilio que tuvieron que emprender en 1974 a Costa Rica, con posterioridad al Golpe de Estado. Y este hito de la historia de Chile trajo consigo una huella de dolor para ellos, ya que un gran amigo de Alejandro, Víctor Jara, fue asesinado por agentes de la dictadura.

A la izquierda de la imagen, Víctor Jara. Al extremo derecho, Alejandro Sieveking

Bélgica estaba más comprometida con la causa de Allende que Alejandro, y tuvo que convencerlo para partir, porque él no quería. “Me costaba imaginarme trabajando afuera, sin Chile alrededor. Después entendí. Los traumas no se quitan. Uno se muere con el trauma. Es algo inevitable y uno se descompone, es muy difícil de hablar del tema”, indicó el dramaturgo, quien rápidamente prefiere dar vuelta la hoja con este tema. Es algo muy delicado para él.

Bélgica junto a Víctor Jara.

SUEÑOS

 Pese a que ambos han vivido, y han vivido muy bien, siguen teniendo horizontes por delante. Incluso, hace poco cumplieron uno de ellos. Montaron su obra “Pobre Inés sentada ahí”, donde incluso nos cuentan que hubo un desacuerdo por parte de la dirección y la producción, ya que el decorado sólo cabía en espacios grandes, y no en teatros pequeños.

Sin embargo, quedaron muy felices con el resultado. Y en enero volverán a estrenarla. El teatro les apasiona, porque se trata de un trabajo en equipo. A diferencia del cine, donde mucho pasa por las manos del director. 

Incluso, trabajan con estudiantes de Cine, ayudándolos en sus tesis, guiones o cortometrajes. “Nos gusta estar en movimiento. No paramos”, señalan Bélgica Castro y Alejandro Sieveking. Por algo siguen vigentes.
 

 

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