Este miércoles, el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, dio a conocer la tasa de ocupación informal del trimestre móvil enero-marzo, la cual, a nivel nacional, alcanzó el 28,9%, alcanzando así, su máximo valor desde el trimestre julio-septiembre de 2017, mostrando un alza de 1,6 puntos porcentuales en doce meses.
Sectores económicos como el comercio (13,8%), actividades de salud (29,4%) y administración pública (29,0%) impulsaron el aumento de los ocupados informales, mientras que por categoría ocupacional, la expansión fue impulsada por los asalariados privados (14,8%) y los asalariados públicos (32,9%).
A nivel regional en tanto, la tasa de ocupación informal, excluyendo al sector agropecuario, se situó en un 30%, mostrando una leve disminución de 0,5 puntos porcentuales respecto a igual periodo de 2019.
Por rama de actividad económica en tanto, hogares como empleadores (53,2%) y otras actividades de servicios (44,4%) registraron las mayores tasas de ocupación informal, ésta última sin duda, la que ha recibido el mayor impacto de la crisis generada por el estallido social primero, y por la pandemia del coronavirus, ahora.
Sobre el promedio
De todas manera, la leve baja de la informalidad que se registró en la región de Coquimbo, de ninguna manera es para celebrar, pues la zona presenta tasas de ocupación informal que se ubican en algo más de un punto por sobre el promedio nacional.
Para el seremi del Trabajo, Matías Villalobos, esta situación representa “un desafío frente a un escenario importante y que refleja el actual panorama económico que estamos enfrentando”, pues indica, “muchos de los puestos de trabajo que se perdieron en los últimos meses, migran al sector informal, lo que nos preocupa puesto que son empleos precarios, sin contratos de trabajos ni protección social.
En efecto, desde el mundo de la academia, el director de la Escuela de Ciencias Empresarias de la Universidad Católica del Norte, Pablo Pinto, junto con recordar que el sector informal, es el más vulnerable socialmente hablando, puntualizó que “el promedio de edad de las personas que están en el mercado informal es de 44 años apropiadamente”.
“En su mayoría están casi divididas por partes iguales entre mujeres y hombres. Pero hay que recordar que las mujeres son además las que en esta situación, tienden a perder más rápidamente sus empleos, debiéndose además hacerse cargo del hogar, con hijas y familiares dependientes”, explica.
A juicio del académico, unas 120 mil personas en la región de Coquimbo estarían hoy, en una situación de informalidad, “ubicados en todos los rubros, pero con preponderancia en los sectores de servicios, y que tienen que ver con los trabajos agrícolas”, complementó.
Al respecto, el seremi Matías Villalobos, aseguró que “el desafío que hemos asumido como gobierno es generar las condiciones para la creación de nuevos puestos de trabajos que permitan mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, lo que demandará de un esfuerzo, tanto público como privado, para enfrentar esta situación”, agregó.
Proyecciones pesimistas
En esa línea, el titular regional de la cartera, defendió el proyecto de ley, que hoy se discute en el congreso, que busca entregar un Ingreso Familiar de Emergencia, justamente indica, que va en la dirección de aliviar la situación de vulnerabilidad en han caído muchos trabajadores.
“Esta iniciativa busca beneficiar a todas las familias pertenecientes al 60% más vulnerable del país durante la emergencia y cuya fuente de ingresos sea mayoritariamente informal, y que entendemos son también los más vulnerables y que tienen trabajos esporádicos, y que de alguna forma necesitan del apoyo del gobierno”, explicó.
No obstante, las proyecciones laborales no son precisamente halagüeñas, más cuando no hay certeza aún de la duración de la actual pandemia, y por ende, de la extensión de sus efectos negativos sobre la economía y el empleo.
“Es difícil siendo responsable, adivinar o estimar que es lo que puede significar”, señala el académico Pablo Pinto. “Claramente los indicadores señalan que estamos en una senda hacia aumentar todavía mayormente el desempleo, y que eso va a afectar especialmente a los sectores informales, toda vez que ellos no van a poder desempeñar sus actividades como normalmente la habían realizado”.
El académico de la UCN, reiteró que “si uno observa la composición de la informalidad, en general hay un grupo muy fuerte que está vinculado en su mayoría con rubros como la agricultura, o fundamentalmente, con otros sectores como el comercio, restaurantes u alojamiento los que, producto de la pandemia, no pueden abrir. En esas condiciones es evidente que vamos a ver un mayor aumento en las tasas de desempleo”, señaló.