• En la imagen, fotografías del recuerdo de cuatro grandes de la música.
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Archivo
39 años han pasado de la que ha sido calificada como la mejor edición del certamen.

La respuesta a cuál fue la más mítica edición del Festival de Viña del Mar suele ser unánime: la que en 1981 congregó a Julio Iglesias, Camilo Sesto y José Luis Rodríguez "El Puma", entonces en lo más alto de sus carreras, y un joven Miguel Bosé, que empezaba a despuntar como ídolo adolescente.

"El mejor de mejores", como lo definen muchos de los más acérrimos seguidores del certamen por el gran número de estrellas reunidas en un solo cartel, se celebró del 18 al 23 de febrero con una quincena de artistas -entre cantantes y humoristas-, y los participantes del tradicional concurso de la canción.

"En esa época no había escenografía de carácter tecnológico. Era todo construido en carpintería, pero era muy hermoso. Una iluminación hoy día paupérrima, de los años 80, pero era muy bello", cuenta a agencia Efe Marcelo Sandoval, periodista que durante años cubrió el festival y actualmente ejerce como su jefe de prensa.

Una imagen de éxito en plena dictadura

El presupuesto era alto. Tanto, que no solo las en ese momento grandes estrellas de la música hispana hicieron acto de presencia -entre ellas los centroamericanos Ángela Carrasco y Hernaldo y el argentino Leonardo Favio-, sino que el cartel también incluía a los norteamericanos K.C. and the Sunshine Band y Ray Conniff.

La dictadura de Augusto Pinochet, que en 1973 había derrocado al socialista Salvador Allende con un golpe de Estado y se alargaría hasta 1990, buscaba dar una buena imagen del país al exterior, un factor que se sumaba a los beneficios que proporcionaba la paridad que entonces se registraba entre el peso chileno y el dólar.

"Viña permanece en mi recuerdo. Espero que esta noche y mañana recibas el mismo calor que yo estoy recibiendo de ti, y el mismo cariño", dice Julio en una entrevista que le hizo a Camilo en aquellos días de la 22 edición del festival, en un inusual programa de televisión que el propio Iglesias estuvo presentando ese verano desde Viña del Mar.

En esa charla, recordada por la imitación que el cantante de "Vivir así es morir de amor" hizo de su compatriota Raphael y del propio Iglesias, Camilo destacó de forma especial la Quinta Vergara, parque de la ciudad chilena donde se ubica el anfiteatro del festival.

"Soy un amante de la naturaleza y no hay un escenario metido más dentro de la naturaleza. Esa montaña cortada, esos montes llenos de gente, esos árboles, al otro lado del mar...", remarcó Sesto (1946-2019), quien ese año llegaba por segunda vez a Viña del Mar, tras la primera experiencia de 1974. La tercera y última fue en 2004.

Rivalidad entre estrellas

Descartada, al menos en apariencia, la rivalidad entre los dos españoles, ese año estuvo marcado por el supuesto duelo de egos entre "El Puma", que triunfaba con su pegadizo "Pavo real", y el intérprete de "La vida sigue igual", en aspectos como quién salía antes o después al escenario.

Esa presunta pugna se hizo patente en la clausura del festival, cuando todos los invitados, menos Camilo Sesto, que ya se había marchado, junto a los presentadores María Olga Fernandez y Antonio Vodanovic salieron al escenario para despedirse del público.

A pesar de que Vodanovic había presentado a la vez a los dos supuestos rivales, para que salieran juntos, finalmente el venezolano salió antes y el español, triunfante, segundos después, saludando al ensordecedor público antes de fundirse en un abrazo con El Puma.

Al ritmo de "Dudando, dudando", del chileno Juan Sebastián, que fue la ganadora en el concurso de la canción del año anterior, El Puma, en un arrebato de alegría, decidió golpear con su cadera a Iglesias, en medio de la sorpresa de este, que respondió con una palmada de aplauso ante el regocijo de las gradas.

Según Sandoval, aquel presunto pique entre ambos "fue más un poco producto de las exigencias de su mánager".

"Hay imágenes donde los dos se miran con cierta suspicacia como jugando un juego. A ellos les acomodaba ese juego", añade.

El pasado diciembre, José Luis Rodríguez descartó en una entrevista con el diario español ABC que tuviera afrenta alguna con el popular cantante de "Me va, me va": "Nunca la hubo. Mi familia y yo le queremos y admiramos mucho. Lo que ha hecho Julio no lo podrá hacer ningún muchacho de los que canta ahora".

Julio no volvió más

Mientras Julio, cuyos inicios están estrechamente ligados a Viña del Mar -participó en 1969, 1973, 1975, 1977 y 1981- no retornó más, El Puma, que llegaba con una primera experiencia en 1980, retornó en 1988, 1991 y 1995.

"El festival es una etapa vital en mi vida (...). Si yo volviera, destruiría en mi cabeza, en mis sentimientos, todo ese mundo de anécdotas, de recuerdos que se han quedado en mi vida para siempre", dijo hace unos años Iglesias a Televisión Española, cuando también remarcó la "pasión desbordada" del público de la Quinta Vergara, conocido como el "monstruo".

El envión para Miguel

En 1981, Miguel Bosé tenía apenas 25 años, y llevaba un lustro despuntando como ídolo de adolescentes con canciones como "Linda", "Súper Superman" y "Morir de Amor".

Llegar a Viña del Mar en esa edición le dio suerte. Su popularidad fue creciendo en España y Latinoamérica y volvió al festival hasta en nueve ocasiones más, lo que le convierte en el segundo artista más asiduo a la Quinta Vergara, solo superado por la chilena Gloria Benavides.

En el "festival de festivales" de 1981, también hubo un ganador del concurso internacional de la canción, paralelo a las actuaciones de las grandes estrellas. Fue Cherry Lane con su tema “Waiting”, que no trascendió en el tiempo, como gran parte de las vencedoras de cada año, opacadas por las actuaciones de los artistas consagrados.

 

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