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Agencia Uno
Seis humoristas tuvieron el desafío de hacer reir a un monstruo que sigue dolido por las consecuencias de la crisis social. Con rutinas cargadas a la política, comediantes triunfaron y otros zafaron, en un certamen sin pifías.

“El país no está para el humor ni para fiestas”, era uno de los principales argumentos que ponían en duda la realización de la 61° versión del Festival de Viña del Mar. El certamen musical más importante de Latinoamérica enfrentó la semana pasada un complicado escenario en medio de las consecuencias del estallido social para el espectáculo nacional.

Los eventos programados a lo largo del país debieron tomar una rápida decisión ante la atenta mirada de una población movilizada por la desigualdad social, y los caminos más obvios eran dos: cancelar o reinventarse, para demostrar austeridad y coherencia con los tiempos que se están viviendo.

El Festival de Viña continuó y conforme se acercaba el día inaugural, se veía el cambio que venía. Sin beso entre los animadores, con un discurso llamando a la unión, pero más importante, sin la ostentosa Gala, la Quinta Vergara dio el paso a la variada parrilla de artistas que pasaron este año por el certamen.

El humor tenía un papel difícil. Debía hacer reír a un público afectado por un proceso doloroso y tratar de encantar a una población dividida por visiones radicalmente distintas sobre la crisis, y con la política como aspecto indivisible de cualquier acto que involucrara un escenario y un micrófono para hablar.

Buenos resultados

El primer humorista en pisar la Quinta este año fue Stefan Kramer, un artista que a estas alturas tiene poco que demostrar y mucho que ofrecer para hacer reír.

En la hora y media que estuvo sobre el escenario y con imitaciones de personajes relacionados a la contingencia, el actor demostró una vez más por qué es éxito total cada vez que se presenta.

Se atrevió. Pese a diversos llamados antes del Festival para que no hiciera “humor político”, el artista interpretó a la ahora exministra de Educación, Marcela Cubillos, desatando carcajadas en el público, el encanto de las redes sociales, pero también el enojo de los más conservadores y defensores del gobierno de Sebastián Piñera.

Imitó hasta el presidente y sacó carcajadas con la frase “me queda 4% de batería y 3% de aprobación”, en alusión a los malos resultados del mandatario en las encuestas, subió al escenario a los íconos de las protestas capitalinas “Baila Pikachu” y el “Estúpido y sensual Spiderman”, para irse con las dos gaviotas y una ovación.

La misma referencia a la baja aprobación presidencial tuvo la rutina de Javiera Contador, “a veces 50%, a veces 48%, pero nunca 6%”, dijo la actriz sobre la Quinta Vergara.

En su debut en el Festival, Contador estuvo a cargo del humor de la que fue descrita por muchos como “la noche femenina”, pero que terminó siendo una noche feminista, sobre todo de la mano de la cantante Francisca Valenzuela en la que fue quizás la jornada más política del certamen, considerando la intensa presentación de Mon Laferte, quien tuvo palabras incluso para su conflicto con Carabineros.

Centrada en el ser mujer y ser madre, la comediante logró hacer reir al público, ayudada por su gracia innata y con una rutina que basó en experiencias reales, con referencias como era de esperarse a su papel en la serie Casado con Hijos como “Kena Larraín”.

El “cambio” de Belloni

Peak de sintonía logró Ernesto Belloni, humorista detrás del mítico “Che Copete”. Una expectación que más que marcada por una propuesta interesante en cuanto a humor, tuvo mucho de morbo.

La sociedad tolera cada vez menos la discriminación y el machismo, por lo que había llamados a funa y pifias masivas, lo cual no ocurrió. Belloni logró zafar (para algunos triunfar) con una suerte de reivindicación o disculpa por el humor acusado de misoginia y homofobia que desarrolló por años y que lo llevó al éxito.

Aún con un comentario desafortunado sobre Daniel Zamudio, víctima de la discrimación por orientación sexual, a quien describió casi como un mártir “que dio la vida” por la causa LBGT, Belloni zafó. No hubo pifia, por el contrario, entre aplausos se despidió de la Quinta con dos gaviotas bajo el brazo y con la promesa de hace un “cambio permanente” dentro de su humor.

Las redes sociales no creyeron del todo sus disculpas, más aún después de advertir cierto “miedo” del humorista en un video que difundió para intentar calmar las aguas antes de su presentación, pero que fue para peor.

Pero más allá de las apreciaciones sobre su cambio, quedó sobre el escenario una sensación de show forzado y con mayor intención de reivindicar su imagen que de hacer reir.

Emoción con El Flaco y risas con Ruminot

Paul Vásquez ha hecho reir por décadas en Dinamita Show, pero fuera del papel de “El Flaco” y sin “El Indio” al lado, mostró una propuesta distinta a la Quinta. Un cambio que estuvo marcado por las protestas que el humorista ha vivido en primera persona, en su labor como bombero y siendo testigo presencial de la represión policial.

Tuvo referencias al estallido desde la conferencia de prensa, pero dejó claro desde un principio que no valoraría a los políticos ni para hacer reir.

“Mucha sangre, muchos niños mutilados, mucho abuso. Yo no puedo subirme al escenario y hacer risa de eso . Pero tampoco voy a cargar la mata con los políticos porque no se merecen mi tiempo de nombrarlos en una rutina para que la gente se ría de ellos“, señaló en la conferencia de prensa previa al show, así que se veía venir lo que venía. Se emocionó y hasta lloró mientras recibía sus premios. Fue calificado por muchos como “fome” y otros prefirieron respetar su trayectoria y agradecerle por los años de risa que entregó y por su sinceridad ante la crisis social.

La rutina estaba probada en otros escenarios, pero quitó varias partes que pudieron jugarle una mala pasada y se retiró con el cariño y los premios del público.

Por otro lado, Pedro Ruminot hizo reír en la noche final, pero sobre todo entretuvo, con un show que incluyó al vocalista de El Símbolo, y terminó recibiendo una gaviota de las manos del mismísimo Marcelo Barticciotto. 

Una rutina  que tuvo d todo, pero que no terminó sobre el escenario, ya que pronto difundió un video donde  a la salida de la Quinta imita la criticada actitud del vocalista de Maroon 5, Adam Lavine, quien entregó un show pobre y se retiró entre pataletas de Viña 2020.

Solo pifias a favor, extraño fenómeno

Nunca se habían salvado todos los humoristas de la pifias del “monstruo”. Esta vez también se escucharon, pero solo para que volviera al escenario Fusión Humor, a quien cortaron sin explicación alguna, generando el enojo del público.

El cuarteto tuvo varias referencias al estallido social y su rutina se extendió por más de una hora, pero no tuvo bis, aun cuando todo el mundo estaba riendo. De inmediato surgieron acusaciones de censura, que la misma agrupación salió a descartar.

‘La gente quizá no sabe por qué nos cortan, pero técnicamente es por un tema de tiempo. Reitero: no hay ningún tipo de censura. No nos vimos censurados en ningún caso, no nos dijeron nada’, confesó Cebolla, uno de los integrantes tras el show.

Sucede que su humor fue político desde el primer minuto. Al ingresar al escenario se taparon un ojo para visibilizar a los heridos oculares, lo que fue replicado incluso por el intérprete de señas.

Funcionó el humor finalmente, en una edición del “festival latino más grande del mundo” algo accidentada, pero qu pasará a la historia no solo del certamen mismo, sino del país, que por estos días aya retoma las protestas masivas y con un plebiscito vital en pocas semanas. Festival que, según la encuesta Cadem, incluso determinó el aumento en el respaldo social a las manifestaciones.

 

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