Mientras las confusas discusiones de titulares se realizan en torno a dos de los tres pilares del Programa de Gobierno definidos por la Presidenta Michelle Bachelet, en el horizonte se asoma la Gran Reforma: Una Nueva y Legitima Constitución para las chilenas y los chilenos.

Muchas dudas hay respecto a los mecanismos, algunos a toda costa plantean que el único camino vigente es el mecanismo de asamblea constituyente, el otro plantea que Chile tiene un parlamento recién elegido, al cual le corresponde como parte de sus funciones confeccionar, discutir y aprobar una nueva Constitución.

La verdad sea dicha, ambos mecanismos legítimamente generan dudas, el primero es llevar una asamblea constituyente con representantes de la sociedad civil, en tiempos donde la ciudadanía no se organiza en las formalidades mínimas para ejercer la suficiente representación ante una asamblea de ciudadanos que discutan y resuelvan algo tan fundamental para el futuro del país. La segunda opción desde ya genera desconfianza, a pesar de estar fresca la elección de nuestros parlamentarios, el descredito de la política y la alta tasa de abstención en estas últimas elecciones, diagnostican dudas respecto a la prudencia de dejar en estas manos la definición de una nueva carta magna.

Creo yo, ninguna opción por si sola es suficiente para enfrentar trascendental momento de la historia patria, pero también hay que reconocer que ambos procesos es necesario entrelazarlos para incorporar los principios mínimos de transparencia, inclusión, gobernanza y legitimidad a una nueva Constitución.

Ambos mecanismos deben incorporar la posibilidad de discutir ampliamente y resolver distintas materias, ya que si el mecanismo de incorporar a la ciudadanía en este proceso es solo resolver la legitimidad de participación y no la legitimidad de contenidos, este momento se escribirá en la historia sin gran transcendencia.

Por otro lado, si los partidos políticos de ambos extremos no entienden que este proceso trata de reconocer los cambios y necesidades de la sociedad actual, y no de confeccionar una herramienta para la instalación del dogma interno o de intereses corporativos, estamos haciendo de la política cada vez más un desprestigio.

Un ejemplo es la discusión sobre el termino del binominal, las dos posturas más importantes de la discusión se basan en un eje estratégico de resultados electorales para cada una, por eso unos promueven más cargos a elegir y otros menos. La discusión sobre un nuevo sistema electoral parlamentario debe incorporar dos grandes principios, el más importante es el de la representación ciudadana, por lo que la cantidad de parlamentarios a elegir es un detalle relativo a qué se desea representar: fuerzas políticas, integración territorial, grupos atareos, género, etc.

El segundo principio es el de eficiencia ¿es necesario tener un régimen parlamentario bicameral?, ¿será la oportunidad de constituir un nuevo parlamento unicameral?, preguntas que antes de resolverlas a nivel legislativo, sospecho son necesarias definirlas en su esencia y centro de desarrollo por una diversidad de actores de la sociedad, el sentir de Chile.

Llamamos a todos los actores político-sociales, a darle grandeza a este momento, la Democracia Cristiana en la región de Coquimbo, se pone a disposición para ser protagonistas de este proceso sin prejuicios, sin tabúes, sin mezquindades, por un Chile más justo, inclusivo y soberano.

Camilo Ossandon Espinoza
Presidente Regional
Partido Demócrata Cristiano, Región de Coquimbo

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