El próximo 26 de agosto se celebrará en la ciudad de La Serena el aniversario número 470 de su fundación, la tercera ciudad más antigua de Chile después de Arica y Santiago, que sin duda consideraríamos mucho más antigua aún si incluyéramos  en esta fecha los antiguos asentamientos de nuestros pueblos ancestrales que por cientos de años existieron en los territorios que ocupan actualmente nuestra ciudad.   Considerando la posición ya consolidada de liderazgo que está tomando nuestro país en el ámbito de países latinoamericanos, es apropiado comenzar a reflexionar sobre la importancia fundamental que tiene en nuestras vidas nuestro entorno, paisaje y patrimonio, tanto en nuestra educación como también en nuestra calidad de vida e identidad. Si bien se han hecho gestiones sobre la preservación de nuestro patrimonio arquitectónico,  las exigencias del mundo moderno plantean mucho más de lo que se hace o pretende hacer sobre este tema, vemos que ciudades de otros países mucho más atrasados que el nuestro  y que no son muy importantes en población nos llevan lejos en este trabajo, ¿Qué sería Cusco sin su catedral?, ¿Cartagena de Indias sin sus murallas? O Cancún sin sus playas, y recalco sus playas, porque así como una ciudad como Cancún vive de sus playas, también nuestra comuna vive de ellas y su paisaje. Es impactante el abandono que tiene nuestro patrimonio natural en La Serena, el humedal del Rio Elqui hecho un basural y sin ninguna infraestructura que permita su visita, gestión  y conservación, nuestro río sucio y carente de infraestructura que permita su visita, gestión y preservación, nuestro Cerro Grande abandonado y carente de infraestructura que permita su visita, gestión y preservación, nuestra playa utilizada como un bien de consumo inagotable donde se permiten edificios groseros como el “laguna del Mar” el cual ha violado el trazado original del Plan Serena y rompe e insulta completamente la armonía arquitectónica que forma nuestra ciudad patrimonial, se devora la playa y el humedal de nuestro río que debiera ser prioridad para la educación de nuestros hijos sobre nuestra identidad, flora y fauna.

Nos sentimos orgullosos de nuestros paisajes y parques nacionales, pero ¿qué estamos haciendo por nuestro patrimonio natural local?    Debemos reflexionar también como ciudadanos, sobre la importancia de tienen estos lugares para nosotros, nuestra reflexión debe incluir también que estamos haciendo nosotros presionando a la autoridad para que ponga en valor y respete nuestro patrimonio natural y cultural, porque la indiferencia no sirve de nada y la eterna queja tampoco, son las acciones las que generan resultados

Pablo González
Máster en Gestión del Patrimonio Cultural y Natural de la Universidad de Barcelona.
La Serena, Chile.

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