Chile, el 11 de septiembre de 1973, destruyó el sueño marxista de Fidel Castro: convertir a nuestro país en otro satélite de la Unión Soviética. 

Hoy, lentamente las iniciativas de algunos políticos, han ido mermando y destruyendo las garantías de esta nueva institucionalidad y orden democrático. Período de casi 17 años que se inicia con la reconstrucción del país y el respaldo de una nueva Constitución. Esa que hasta hoy persiste en sus bases fundamentales; propuesta por el Gobierno de las Fuerzas Armadas y aprobada por más del 67% de los chilenos en votación popular del 11 de septiembre de 1980.

Carta Fundamental que no establecía la eternización de las Fuerzas Armadas en el poder y que en un acto totalmente democrático y previsto permitió al General Augusto Pinochet Ugarte, en uno de los ritos más representativos de la República, hacer entrega –en el Congreso– de la conducción del país, al nuevo Presidente de Chile, Patricio Aylwin Azocar, elegido también por votación popular y en pleno Gobierno de las Fuerzas Armadas.

Muchos se preguntarán si la oposición, el Congreso, los Tribunales de Justicia y la Democracia Cristiana, en el año 1973, cuando impulsaron la intervención de las Fuerzas Armadas, sabían de que habrían cerca de 3.000 muertos. Sobre todo, porque se enfrentaría a miles de comunistas, extremistas y cubanos, entrenados y armados para defender el gobierno marxista de la Unidad Popular.

A lo menos, el Presidente de la Democracia Cristiana, de ese entonces, Patricio Aylwin Azócar, quien después sería Presidente de Chile, lo reconoció y lo afirmó en una entrevista, a semanas del derrocamiento del Gobierno de Allende: “…ellos se aprestaban a través de la organización de milicias armadas muy fuertemente equipadas que constituían un verdadero ejército paralelo para dar un auto golpe y asumir por la violencia la totalidad del poder. En esas circunstancias pensamos que la acción de las Fuerzas Armadas simplemente se anticipó a ese riesgo para salvar al país de caer en una guerra civil o en una tiranía comunista…”.

Pero eso no es todo, el 8 de noviembre de 1973, el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, en una carta enviada al Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana, le manifestaba lo siguiente,…el Partido Socialista y el Partido Comunista crearon organizaciones armadas. Se constituyeron, asimismo, los llamados “cordones industriales”, que rodeaban las ciudades en forma estratégica…”.

En esa misma carta, el ex Presidente Frei agrega “…así murió el ex Vicepresidente de la República y uno de los fundadores del PDC, don Edmundo Pérez Zujovic, vilmente asesinado al salir de su casa por los miembros de una organización extremista. Los tres asesinos habían sido detenidos al final del gobierno de la Democracia Cristiana. El primer acto del gobierno de la Unidad Popular fue dejar en libertad a estos detenidos. Al indultarlos, el Presidente Allende justificó su acto llamándolos “jóvenes idealistas”.

Casi al final de su carta agrega: “…Las Fuerzas Armadas – estamos convencidos – no actuaron por ambición. Más aún, se resistieron largamente a hacerlo. Su fracaso ahora sería el fracaso del país y nos precipitaría en un callejón sin salida…”

Esa revolución para recuperar la democracia tuvo trágicas consecuencias. Quienes enfrentaron a las Fuerzas Armadas, se convirtieron en las victimas de un conflicto armado. Con la acción de las Fuerzas Armadas, no solo se logró recuperar la democracia, sino también situar a Chile como el país con los mayores índices de desarrollo humano de América Latina, pero más aún se evitó la muerte de miles de chilenos en manos del comunismo. Una fracasada doctrina política que ha cobrado la vida de más de 100 millones de muertos en el mundo. Al respecto les recomiendo leer “El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión (1997). Les adelanto que no lo escribió ni la derecha ni los militares de Chile. Lo escribió un grupo de profesores universitarios e investigadores europeos.

Es cierto y nadie lo niega, se necesita que el Estado de Chile investigue, juzgue, sancione y combata la impunidad, no solo de ex uniformados, también de todos aquellos que antes, durante y después de 1973, en encendidos discursos justificaron el uso de la fuerza o fueron los actores intelectuales para lograr sus objetivos políticos a través de las armas. También, se persiga y se juzgue a aquellos que, buscando la caída del Gobierno Militar, asesinaron y raptaron víctimas inocentes. Necesitamos un Estado que fortalezca la democracia y promueva la reconciliación. Pero también, prohíba expresamente la venganza.

“Es hermosa y múltiple la tarea que tenemos por delante: restablecer un clima de respeto y de confianza en la convivencia entre los chilenos, cualesquiera que sean sus creencias, ideas, actividades o condición social, sean civiles o militares, sí señores, sí compatriotas, civiles o militares: ¡Chile es uno solo!”  (Presidente Patricio Aylwin el 12 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional de Santiago de Chile).

Chilenos todos, civiles y militares, en el azul de septiebre, ¡Felices Fiestas Patrias!.

 

Christian Slater Escanilla.

Coronel (R) del Ejército de Chile.

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Imagen de Christian Slater Escanilla

Señor Director:

En septiembre de 1973, la Cámara de Diputados del Congreso de Chile, declaró la inconstitucionalidad del Gobierno de Salvador Guillermo Allende Gossens. Esto fue ampliamente apoyado por la Democracia Cristiana, los Partidos de Derecha y gran parte de la sociedad.

Ante esta situación, las Fuerzas Armadas y Carabineros, junto a una decena de Ministros uniformados, designados por el propio Presidente Allende, no aceptaron la amenazante Carta del Congreso, produciéndose, el 11 de septiembre del año mencionado, un Auto Golpe Militar en apoyo al Presidente de Chile.

En respuesta a la lealtad del mundo castrense, Allende aumentó la cantidad de Ministros Militares. A varios Coroneles y Capitanes de Navíos los designó como subsecretarios en diferentes carteras ministeriales y, a casi todos los Generales y Almirantes, los puso a la cabeza de las Empresas Estatales o en diferentes Directorios. Los que no cumplían con las expectativas revolucionarias, rápidamente fueron reemplazados por otros.

Los líderes de la derecha y de la oposición al Gobierno de Allende, fueron relegados a diferentes territorios insulares y se establecieron Consejos de Guerra para juzgar a los Contra Revolucionarios. El Comandante en Jefe del Ejército asumió la Vice Presidencia del País. El Congreso fue disuelto y en su reemplazo asumió una Junta Militar del “Nuevo Ejército Popular”.

En el 4to. año de Gobierno, Allende llamó a la reelección. Con el apoyo y control de las “Fuerzas Armadas Populares”, fue reelegido por un nuevo período. En ese instante, algunos grupos de la extrema derecha ingresaron a la clandestinidad, siendo duramente perseguidos y reprimidos por los Agentes del Estado Popular de Chile. Otros se asilaron en diferentes embajadas.

Se cambió el lema del Escudo Nacional, por “Revolución o Muerte” y se rescató la estrofa de nuestro himno nacional, esa que dice: “Vuestros nombres valientes soldados que habéis sido de Chile el sostén…”. Chile se convirtió en un Estado Socialista, donde sus “Fuerzas Armadas Populares” lo controlan todo.

Nunca más una familia pudo tener una segunda propiedad. Desaparecieron las estancias, los fundos y las parcelas de agrado. Los Malls se cerraron construyéndose, en su reemplazo, viviendas sociales. Todo fue expropiado, dividido y entregado al pueblo.

 

Se unificaron los sueldos y se estatizaron los canales de televisión. Otros se clausuraron por imperialistas y anti revolucionarios. Los directores de los medios de comunicación de oposición, en menos de un año, fueron detenidos y nunca más se supo de ellos.

Se crearon los “Tribunales Populares de Defensoría del Pueblo” y se persiguió a todos los que se opusieran a la “Revolución Popular”. Las iglesias fueron clausuradas y se instalaron centros de atención para los más necesitados o se transformaron en hostales para las juventudes comunistas. La prensa imperialista fue obligada a vender sus derechos al Estado y se instauró la Educación Nacional Unificada, para aprender más sobre Cuba, la Unión Soviética, las bondades del marxismo, el socialismo y el comunismo.

Hoy, en Chile, casi nadie trabaja. No es necesario, todo está subvencionado por el Estado. Se establecieron las Juntas de Abastecimiento, el Control de Precios y los “Almacenes Populares”, lo que permite – hasta hoy –  dar de comer al pueblo y satisfacer sus necesidades básicas. Se establecieron centros recreacionales solo para turistas extranjeros, cuyo ingreso es controlado por el Estado. Esto, en Vichuquén, Las Tacas, Pucón, Lago Llanquihue, Puerto Varas, Zapallar, Cachagua y Chiloé. Caburgua, se convirtió en un gran Centro Recreacional para los que trabajan directamente en el Gobierno. El resto de las áreas turísticas de Chile quedaron abiertas, exclusivamente, para aquellos ciudadanos inscritos en el “Partido Revolucionario del Pueblo”.

Las “Fuerzas Armadas Populares de Chile”, actualmente, gozan de un gran apoyo ciudadano y viven en barrios privilegiados de las principales ciudades del País. Se caracterizan por su compromiso con la revolución socialista y sus largos viajes e intercambios profesionales con Cuba, Venezuela, Ecuador, Corea del Norte, la actual Rusia y últimamente China. Sus hijos pueden estudiar en Europa, como también, entrar y salir del País, sin ningún tipo de restricciones. Nunca se les ha perseguido y menos juzgado o encarcelado, salvo, claro está, aquellos que han abandonado los principios revolucionarios. En general se sienten muy tranquilos con su futuro. Saben que, si algún día llega a gobernar la derecha, no tendrán ningún problema. A la izquierda y sus atrocidades siempre se les perdona. El “Síndrome de Estocolmo”, los favorece a ellos.

Los principales líderes – civiles y militares – de esta Revolución Popular, a su muerte, han sido inmortalizados en impresionantes monumentos frente a la Plaza de la Revolución (ex Plaza de la Constitución). Al mismo tiempo, en las unidades del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada, se dispuso rescatar la figura del Coronel Marmaduke Grove Vallejo, como reconocimiento a sus acciones, en 1932, para proclamar la República Socialista y posteriormente, en 1933, su apoyo en la creación del Partido Socialista de Chile.

Por otra parte, las cárceles se encuentran atestadas de ex integrantes de Renovación Nacional y de la Unión Demócrata Independiente. También se han creado cárceles de exterminio, donde a los imperialistas de la extrema derecha se les ha privado de sus Derechos Humanos, para dejarlos morir encadenados a sus catres de enfermos terminales. Todo, pese a las súplicas y el sufrimiento de sus familias; principalmente, hijos y nietos que nada han podido hacer por ellos. La pena de muerte no existe, pero estos encarcelamientos son una forma de disfrazar la persecución, el odio y la venganza contra la derecha y, en especial, la derecha económica, que tanto daño le hizo al pueblo.

El Partido de la Democracia Cristiana, se cambió el nombre y hoy se llama Democracia Revolucionaria, siendo grandes aliados con los Socialistas y los Comunistas. Actualmente son los principales impulsores para otorgar a Bolivia una salida soberana al mar y también, para entregar los campos de Hielo Sur a Argentina. Total “unos metros más o unos metros menos” en nada le afectan a Chile.

En el País no existe la iniciativa privada, todo lo controla el Estado. El cobre, cada día más escaso, sigue siendo el único sustento de la economía. La sociedad, se ha acostumbrado a vivir con poco. Se conforman con un techo y algo para comer. Con la “Canasta Familiar”, que les entrega el Estado, es suficiente. No tienen mayores expectativas. Es el Chile de hoy. No tiene para qué ser peor….ni mejor tampoco. Ya nos acostumbramos a que el Estado sea nuestro sostenedor.

Allende, que en paz descanse, ya no gobierna Chile. Su familia y amigos se han encargado de mantener el poder. Algo que no ha sido fácil, pero con fantásticos actos circenses, juegos de luces, muñecas gigantes y multimillonarios créditos obtenidos en lejanos países, el pueblo embobado, se conforma con vivir el día a día, el ahora, sin pensar en su futuro y menos, en el de la familia o del País. Esos conceptos ya no existen. Hoy, “Familia y País”, es cualquier cosa.

Estimados lectores, este relato – aunque tiene partes que no superan la realidad – es sólo una ficción de una mente acorralada por los acontecimientos actuales. Un relato recomendado solo para aquellos que han superado los 60 años. Los más jóvenes, jamás lo entenderán y nunca creerán que, esta narración, con una simple orden ¡a la izquier!, pudo haber sido cierta.

 

 

Christian Slater Escanilla

Coronel (R).

Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.

 

 

 

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