Un manantial pequeño, agua de los pajaritos, inunda la imaginación creadora de pastores serranos en la montaña diaguita. Cuando el verano caliente motiva búsquedas incesantes de arroyos, abrevaderos y otros recursos hídricos para calmar el calor y la sed. Donde llega el recuerdo de una joven solitaria que siente el impulso de bañarse en agua cordillerana. Soy una chispa de fuego... En las montañas del valle de Elqui se podrían obviar la mayoría de los artefactos electrónicos para la comunicación. En efecto, hasta antes de los años sesenta del siglo pasado, el silbo y la voz predominaba. Ahora, más que nunca, las cosas no son tal como se ven...sino tal como uno es, según la filosofía de cada cual. -¿Qué es Filosofía? (Amor a la sabiduría, refuerzan los textos escolares) No, no es igual pensar en las orillas de los ríos que en las cimas de las montañas. Montañas húmedas, mojadas o secas. Se insiste en aquello: “Lo inexplicable es lo real; / lo real...poco saludable”. El río es un hilo de vida, aseguran los cantautores. Pero, habíamos quedado en contar o traer el recuerdo de una bella joven que en las inmediaciones de Agua Grande encontrara un remanso transparente con un chorrito de gotas cantarinas. No, no pudo resistir la tentación de bañase: una Eva sin Adán. Las cabritas a su cargo ramoneaban en los arbustos florecidos desde la primavera pasada. El fenómeno de arroyos  imprevistos no es nuevo y desaparecen al cabo de un par de semanas. - La sequía, en gran parte, es un mito, dice el vecino que excavó - sin usar explosivos- quince metros de socavón para llevar agua de un lugar a otro. -”Con cuñas para no dañar las napas subterráneas”, recuerda. Sara Rojas Olguín, nacida y criada en el Alto Pullayes de Diaguitas, tal como las fontanas serranas -de los años cuarenta- se fue aún adolescente para no volver y llevando señales sugerentes en su cuerpo para una aguadera  vista desde lo alto. Vale. 

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