Un lulo amasado, collar de harina, regala sabores  para alfajores en la lonja ribereña. Cuando las moneditas caseras ayudan al presupuesto familiar o personal en cualquier rincón del mundo. Donde tal como el pan de amasandería artesanal requiere de recetario exclusivo:  enludiado  oportuno después  de la sobadura y el horneado final. Con paciencia se gana el cielo … El alfajor consiste en un panecillo pequeño o mediano hecho con pasta de harina flor o maicena mezclada con otras especias confitadas o naturales. Pertenece al grupo de la dulcería criolla o internacional: aloja, galletas, tortas y otras. Su consumo es intemporal. En cambio, el picarón y la sopaipilla son propios de la temporada invernal. En Chile hay ciudades y pueblos que han adquirido nombradía por sus productos de repostería: Las Rojas con sus dulces; Curicó y sus tortas y La Ligua con sus empolvados.  Hoy, los picarones con arrope caliente  y zapallo ganan paladares. Las exquisiteces de la iniciativa repostera tradicional retoma terreno perdido por las ofertas con envases atractivos y precios tolerables. En tiempos de crisis o jolgorio surge la idea de hacer algo: amasar o fabricar aquella golosina de los abuelos. Así, por años, la partida de  alfajores sirvió para paliar los gastos de  educación en los hijos; la elaboración de “cachitos”  con chancaca y los “turrones” contribuían en el peso a peso.Pero habíamos quedado con el recetario exclusivo –aunque en  YouTube se muestra una variedad– para orientarse en la elaboración de este manjar heredado de civilizaciones antiquísimas.Harina blanca flor una taza y media; media taza de maicena; cuatro cucharaditas de azúcar en cubos de negrita: ocho cucharadas medianas…  recuerda  el video. Ante la diversidad –mezclas de chocolate, lúcuma y otros confites– recomienda ajustarse al recetario o releer el libro sobre esta “terapia”. ¡Vale!      

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