El Vaticano ha anunciado que se está  preparando  la realización del Sinodo de la familia, evento largamente esperado, con la participación del laicado y en donde se tocarán temas importantísimos como es lo relacionado con los separados y su vínculo con la Iglesia. De allí saldrán conclusiones consensuadas  que seguramente irán de la mano con los tiempos que estamos viviendo. Dicen algunos que hoy día, solo en cuatro años sucede lo que en un siglo anteriormente. En esta preparación, ya el Papa Francisco ha ido refiriéndose a diversos temas que se tratarán allí. En este momento deseo compartir con ustedes, mis queridos lectores, un hermoso mensaje de él, precisamente sobre la familia. Dice así:
“No existe familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas de unos a otros. Nos decepcionamos los unos a los otros. Por lo tanto, no existe un matrimonio saludable ni familia saludable sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y sobrevivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en un escenario de conflictos y un bastión de agravios. Sin el perdón la familia se enferma. El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón. Quien no perdona no tiene paz del alma ni comunión con Dios. El dolor es un veneno que intoxica y mata. Guardar una herida del corazón es un gesto autodestructivo. Es autofagia. Quien no perdona enferma físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Es por eso que la familia tiene que ser un lugar de vida y no de muerte; territorio de curación y no de enfermedad; etapa de perdón y no de culpa. El perdón trae alegría donde un dolor produjo tristeza; y curación, donde el dolor ha causado enfermedad.
Para que uds. lo mediten.   
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