- Que ni en política ni en otras materias se puede jugar con el futuro -                                                             

           Por: Omar Villanueva Olmedo   Director OLIBAR Consultores   Ing. Ca. Lic. Universidad de Chile ​

Sin duda que los eventos políticos y sociales se prestan para que los votantes hagan conjeturas sobre los futuros. Por ejemplo: ¿Qué caminos seguirá “la independencia de Cataluña? Más inquietante: ¿Qué beneficios y perjuicios tendrá el Brexit para Chile? O, ¿Cuál será la sobrevivencia de los actuales gobiernos argentino, brasileño, boliviano o venezolano  o coreano? ¿Qué pasará con las economías americana, china y otras potencias en plena revolución tecnológica? etc.

Es por eso que ahora nos llama la atención la relación que hay entre: (a) las preferencias de los electores nacionales y (b) las  campañas eleccionarias por la presidencia, porque es notorio que hay una gran inquietud sobre el porcentaje de votación que tendrá cada candidato y si por sus resultados habrá una segunda vuelta.

Los diferentes interesados y no tanto en los temas políticos muchas veces recurren a los resultados que dan encuestas cuyo valor puede estar en aquellas materias que se refieren al pasado o al presente. Y punto. Porque las que se refieren al futuro corren por otros caminos metodológicos.

Como resultados de algunas encuestas se escuchan frases como: “creo que tal candidato será elegido”, o que: “el día 19 de noviembre votaré por fulano porque creo que será elegido(a) presidente”. Estas expresiones están indicando como algo cierto lo que podría ocurrir ese día. Y desde hoy hasta ese día se sucederán muchas realidades que irán en esa dirección, así como, muchas que irán en otras direcciones y sobre las cuales los encuestados no tienen ningún control. Entre hoy y 19/11/17 es posible que: (a) el candidato haya desaparecido, (b) se postergue la elección,  (c) el elector  no se presente a votar, (d) que concurra a una sede que no corresponda y decida volverse a su casa sin votar, (e) otros.

Sólo la elección y el recuento de los votos el 19/11/17 dirá lo que tanto pitonizo quiere anticipar hoy como cierto.

Sin embargo, este proceso de anticipación se presta para comentarios muy sesudo: “hay que ganar en primera vuelta…”, “decidamos ahora sobre la unidad si hay segunda vuelta”, “pasaría a segunda vuelta si es que..” Sin duda que los resultados de la votación dependerá del trabajo que hagan los partidos políticos, los candidatos, los responsables de las campañas, los que no quieren perder sus cargos y los que esperan ser contratados si gana su candidato. También dependerá de muchos otros procesos que se den en el gobierno, en el parlamento, en veredictos o acciones de la justicia, en el clima, en los precios y sus reajustes, en el empleo, en las cuentas de la luz, en los ciudadanos en Chile o el extranjero que decidan votar, y en su salud o previsión y en muchas otras intervenciones intencionadas o fortuitas.

Por lo tanto, como dice el título, con el futuro no se juega, porque cuando un candidato(a) llama a votar de una determinada manera solo está reflejando sus dudas (sus deseos, sus intereses, sus temores, sus ambiciones...) de que ese día ocurra ese evento, pero no dice nada de los muchos otros eventos que  saber que pueden ocurrir, puesto que el evento que menciona es el que quiere que ocurra y con sus dichos pretende influir en otros electores. Pero todo esto, solo muestra que no sabe, ni sabemos lo que va a ocurrir en el futuro.

Pero querido lector lo que mas nos llama la atención sobre esta elección presidencial y sus  futuros posibles  es que hasta ahora (1) los candidato(a)s ofrecen que harán más de esto.. o menos de lo otro... con resultados timoratos de bajo vuelo, pero no hay un Programa Integral que anticipe sus propósitos y objetivos a lograr ni los escenarios en los que esos resultados se darían, (2) no hay indicios de que sus presuntos gobiernos estén dirigidos a producir un salto al desarrollo, especialmente cuando sus presuntas  tasas de crecimiento anuales no pasan del 5%, ni cómo se subirán a la “revoinnovacción tecnológica” en que ya está en marcha el mundo y (3) por lo tanto, no hay ni siquiera un resumen de los resultados que los ciudadanos  pueden esperar que ocurran en el país hacia  el 10 de Marzo del 2022. Les solicitamos esto hace ya 4 años a los prospectos y responsables de estos asuntos que se prepararan dado que no lo hicieron en ese entonces, pero no se oyó padre ni madre. 4.- Y por último: ¿Cómo harán lo(a)s presidenciables para que seamos un país desarrollado con un ingreso per cápita ad hoc (*) estimado entre 40.000 a 50.000 euros?

Porque, al parecer la historia política y económica del país en las últimas décadas,  y en esta campaña, muestra que los resultados económicos del país al 2022  serán buenos o serán malos según el comportamiento de: (1) el  precio del cobre y otras materias primas (2)  la inversión extranjera  (3) el comercio  exterior (4) la demanda interna y (5) de uno que otro elemento sin mayor influencia anticipada (6) el tsunami tecnológico en marcha. Y estos factores están en buena medida fuera del control de las autoridades, sin olvidarse de la corrupción, la criminalidad y el tráfico de estupefacientes y que no contamos con una Estrategia País Consensuada EPC.

CONCLUSIÓN: con la escasa información y poca congruencia que aún se tiene de los programas de los candidato(a)s a la presidencia y de cara a los resultados a obtener a  marzo del 2022 así: ¿No sería lo mismo el candidato que gane?  Sabemos que es posible una mejor respuesta, los chilenos del futuro se la merecen.                                                                                                                                        

Nota(*) Chile tiene un ipcd (ingreso per cápita de desarrollo) de alrededor de 12,5 mil EUR (euros) anuales. Un país desarrollado debiera tener, actualmente, un ipcd de alrededor de 40-50 mil EUR anuales, monto difícil de alcanzar por Chile en los próximos veinte años. Pasar a tener un ipcd de unos 37.000 EUR, con una tasa de crecimiento pareja de 6% anual, requeriría 21 años, o sea, por allá por el 2038, y suponiendo que las actuales naciones desarrolladas dejaran de crecer en ese período. Fuente: “Pregunta a Presidenciables de Chile” Septiembre 2017

 

Omar Villanueva Olmedo                                                                                                                                                                                                                                                        Director  OLIBAR (*)  Ing. Ca.Lic. Universidad de Chile ovillanueva.comunica@gmail.com                                                                                                                         (*) OLIBAR  Int´l Consultores fundada en 1972 Estudios de futuros, estrategia, nueva educación e innovación                                                                                                                                                                                                                                                                                    Preside:  Don Carlos Olavarría Aranguren,  Master of Science  M.I.T / U.S.A

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