Ante tanta incertidumbre  en el futuro, que reina en el ambiente silencioso, donde surgen candidaturas por doquier, donde aparecen escándalos por todos lados, donde nos sentimos más dentro de una juguera revolcados por todos, donde la juventud aparece como descolocada y sin futuro claro. Responsable y serio, es necesario detenerse a reflexionar un poco. He recibido un comentario de uno de mis leales lectores, que es joven, descendiente de italianos al cual conozco desde niño. Algunas frases de su carta: Cada vez la gente se está volviendo más falta de respeto, y ladrones. Si el político roba, el alcalde roba, el civil roba, por qué no voy a robar yo si una rayita en el agua no se va a notar. Pero ya se está volviendo una constante y se perdió la vergüenza en apropiarse de lo ajeno a todo nivel. Como extraño hace treinta años y de ahí  hacia atrás donde se enseñaban modales y existía la vergüenza; donde por humilde que fuera una familia el domingo se ponían la mejor pinta, lavadita y peinaditos con el pelo corto y nos íbamos a misa. Hoy se perdió la vergüenza y hoy se premia al más listo, al que la hace (como dicen ahora) ; el que estafó al banco es un artista. ¿Qué opinan, Uds., mis sufridos lectores? La frase del título es de Manuel Rodríguez. Él se encontraba en Santiago cuando a la capital llegó la noticia del desastre de Cancha Rayada (1818). Alentó a todo el mundo con el grito de “¡Aún tenemos patria, ciudadanos!” y organizó un nuevo escuadrón militar, los Húsares de la Muerte. Durante 48 horas ejerció como interino, y por designación popular, el cargo de Director Supremo, gesto que se consideró peligroso para el gobernante titular. ¿Estaremos llegando a lo mismo, naturalmente con los condimentos que nos entrega el siglo 21? ¿Serán las redes sociales los modernos Húsares de la Muerte? Lo veremos en las elecciones próximas.

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