La discusión sobre la inmigración en Chile no llegó de buena manera. Se aprecia algo de populismo, una xenofobia tenue, pero visible, frases que generalizan supuestas faltas de los extranjeros, sumado a la tergiversación de las declaraciones de algunas figuras públicas por razones políticas. Con todo esto, a veces desaparece el tema de fondo: la llegada de muchos extranjeros que buscan en Chile buenas oportunidades para su desarrollo personal y familiar, cuestión que debería llenarnos de orgullo. Cuando niño escuché a mi papá que nos contaba de los italianos que llegaron a La Serena después de la Segunda Guerra Mundial. Años después me encontré con uno de ellos en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde era decano de Biología, y me contó de su familia y aquellos años difíciles. Algunos ingresaron al mundo de los negocios y crearon empleos, otros aparecieron en política o en la educación. Bienvenidos.Hace unos días me contaba una amiga sobre la actividad de su hijo Gaspar, de 15 años. En vez de participar en las discusiones estériles, prefirió contribuir con algo concreto: junto a un grupo de personas participa semanalmente haciendo clases de español a un grupo de haitianos, mientras otros entregan asistencia jurídica y ayudas de distinto tipo. ¡Qué gran ejemplo! Una de las ventajas de la libertad es que frente a una determinada situación podemos tomar dos, tres o más opciones. Por eso es bueno aprender desde muy pequeños a usar responsablemente la libertad, para servir a Chile y a las demás personas, poniendo nuestro trabajo y talentos al servicio de la sociedad. El tema de la inmigración no es fácil y requiere madurez, sentido político, responsabilidad económica y una genuina generosidad. No basta tener las puertas abiertas, sino disponer de las condiciones que permitan a chilenos y extranjeros vivir una existencia digna. Se requiere que el progreso económico llegue a todos, luchar por la superación de los problemas sociales, enfrentar las dificultades, no con las medidas más fáciles, sino con las mejores en términos humanos.La inmigración nos presenta, como sociedad, una gran oportunidad. Sería altamente conveniente aprovecharla bien. Algunos de esos haitianos, como los italianos y tantos otros, tendrán más adelante la oportunidad de servir a Chile, el país que les abrió las puertas. Bienvenidos. 

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