Nicolás Maduro no parece ser bun hombre sensible. Eso explica que no acuse recibo de cómo han cambiado los viento en nuestro continente. En 2013, cuando Venezuela llegó al Mercosur fue recibida con los brazos abiertos. Desde entonces, sin embargo, los gobiernos de Brasil y Argentina cambiaron radicalmente de signo; Uruguay empezó a mostrarse menos acogedor y Paraguay nunca dejó de lado sus reticencias.

No fue sorpresa, por ello, que, en medio de una profunda crisis interna, sus socios del Mercosur hayan encendido luces de advertencia luego que Venezuela asumiera unilateralmente la presidencia temporal del grupo. Sucede que en la práctica no ha puesto mucho entusiasmo en integrarse. Según La Nación de Argentina, debe aprobar en el Congreso unas 300 leyes y 40 tratados internacionales. Si no hace, Venezuela podría ser excluida del Mercosur. ¿La razón? Se ha convertido en un obstáculo para cualquier acuerdo comercial con la Unión Europea o la Alianza del Pacífico.

En vez de avanzar en el entendimiento con el vecindario, el régimen venezolano sigue abriéndose flancos. Nada iguala, sin embargo, el problema surgido por la detención del periodista chileno-vemezolanio Braulio Jatar. El profesional, editor de la página electrónica Reporte Confidencial, fue detenido en la isla Margarita tras un “cacerolazo” opositor, luego que publicara videos de la protesta.

El gobierno chileno reaccionó con firmeza. Pero, en vez de explicaciones, recibió recriminaciones. El régimen de Maduro criticó a Chile por "su falta de recato diplomático". Y remachó: “El canciller Heraldo Muñoz…  obedece a presiones de los sectores más reaccionarios de la burguesía pinochetista y la élite internacional, aliada a la derecha golpista venezolana".

Así las cosas, se ve difícil que Maduro gane más amigos.

Autor

Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

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