El Gobierno y algunos medios de comunicación han reiterado sus críticas a la ex Presidenta Michelle Bachelet, actual Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

A los constantes ataques a las políticas públicas diseñadas e implementadas durante su último Gobierno, se han sumado los referidos al cargo que ostenta, particularmente por la crisis existente en Venezuela.

Son acusaciones bastante infundadas, que demuestran un desconocimiento respecto del funcionamiento de los orgamismos internacionales. Éstos deben garantizar ecuanimidad y, por tanto, su acción amerita procedimientos que van más allá de la contingencia.

Lo que cuesta entender es el interés en mantener una suerte de permanente campaña en contra de la ex mandataria. Practicamente no hay semana en que su nombre no salga a la palestra por cualquier situación. Se ha llegado al extremo de ligarla con el corte de electricidad que afectó a Venezuela.

Pareciera que el Gobierno requiere un enemigo imaginario al que dirigir sus ataques, desviando así la atención de sus propios errores, como el caso Catrillanca, la fallida gira presidencial a Cúcuta o las acusaciones respecto de la compra de inmuebles indigenas por el Subsecretario Ubilla.

Asimismo, como se ha dicho, quizás la estrategia de mantener presente la figura de la ex Presidenta esté ligado al objetivo político de evitar que en la oposición surjan nuevos liderazgos.

Esperamos que cese esta campaña de hostilidad. Michelle Bachelet es hoy una funcionaria internacional de muy alto rango, cuya designación y labor es un orgullo para todo el país. Respecto de su Gobierno, evidentemente hay opiniones encontradas. Desde nuestra perspectiva, creemos que asumió el enorme desafío de enfrentar la desigualdad y lo hizo, a través de transformaciones de tal envergadura, particularmente en lo educacional, que sus efectos no se apreciarán en el corto tiempo, pero estamos seguros que a la larga nos entregarán un país mejor, con más aportunidades para todos.  

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