El póker es un conocido juego de naipes, cuyos orígenes no están claros, aunque algunos dicen que es de origen persa.Es un juego en el que los jugadores, con todas o parte de sus cartas ocultas, hacen apuestas sobre la base de una inicial, recayendo la suma total de las apuestas en el jugador o jugadores con la mejor combinación de naipes.Si bien hay muchas variantes, el objetivo del póker es reunir la combinación más alta posible a partir de las cartas recibidas. El juego se inicia con cinco naipes para cada jugador y la jugada más alta es la escalera o flor imperial, que consiste en reunir cinco cartas consecutivas de idéntica “pinta”, entre el 10 y el as. Sin embargo, en este juego es fundamental la habilidad personal, un buen jugador de póker es aquel que, ante todo, tiene una gran capacidad de concentración y una disciplina férrea que le hará saber cuándo retirarse a tiempo y cuándo apostar o no hacerlo. Además debe mantenerse lo más impertérrito posible, es decir, con  “cara de póker”…Dichas cualidades han sido analizadas por psicólogos, quienes han concluido que los buenos jugadores de póker se caracterizan por tener  habilidades y destrezas para triunfar en el área de los negocios,  en el de las matemáticas… y en la política.Por ello debe ser que hay muchos políticos que serían muy buenos jugadores de póker, no sólo por la “cara de póker” que los caracteriza, sino también por su habilidad como jugadores, a tal punto que son capaces de hacer olvidar un paso en falso -sin siquiera desmentirlo- simplemente con una jugada que desvía absolutamente la atención al respecto. Así, si los acusan de corrupción, eso lo hacen olvidar levantando polvareda con un tema comkplejo como el aborto, el consumo de cannabis, el matrimonio igualitario… o la inmigración…Ejemplos hay para todas las sensibilidades y tendencias…

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