El uso de la tecnología está desempeñando un rol cada vez más importante en educación. Pero, al mismo tiempo, los usos y abusos que se realizan de ellas están replanteando su presencia en las salas de clase y escuelas. En este contexto, el Ministerio de Educación ha decidido encuestar a las familias, los profesores y los directivos sobre cuatro aspectos vinculados a la influencia de los teléfonos celulares en los aprendizajes, la socialización, el ciberacoso y, la pregunta más relevante, si están o no de acuerdo en prohibir su presencia en los establecimientos educativos.

Esta última pregunta no es antojadiza. En Chile hay más teléfonos celulares que habitantes, y muchos estudiantes de casi todas las edades son dueños de un teléfono celular o utilizan con frecuencia el de alguien de su familia. Esto ha configurado un contexto de masiva presencia de estos dispositivos en las actividades de ocio y relaciones personales, que de una u otra forma enfrenta y complejiza a los establecimientos educacionales y, porque no decirlo, al profesorado.

Las respuestas a estas preguntas, lamentablemente, no son sencillas. Diversos estudios demuestran que, bajo condiciones concretas, el uso de los teléfonos celulares en las escuelas por parte de estudiantes puede ser tanto un aporte a su aprendizaje por las posibilidades de acceder a múltiples aplicaciones e información, como un obstáculo, al aumentar la desconcentración o el trabajo superficial por parte de los estudiantes. La clave para que los teléfonos celulares se conviertan en un aporte estaría, por tanto, en generar condiciones favorables para su uso en la sala de clases y el aprovechamiento de las múltiples características de un dispositivo que es a la vez brújula, mapa, un redactor de textos, lector de libros, cámara fotográfica, editor de video, nivel, calculadora, navegador de internet, clickera, microscopio o simulador (como han demostrado proyectos de la Universidad de La Serena), entre muchas otras herramientas.

Lo interesante de reflexionar es que las condiciones que favorecen un buen uso de los teléfonos celulares no pueden ser las mismas que caracterizaban a una sala de clases de hace 20 o incluso 10 años. ¿Cuáles pueden ser estas condiciones? algunas de ellas pueden ser una adecuada planificación del proceso de aprendizaje, una efectiva gestión del ambiente de la sala de clases, la integración de actividades que sean desafiantes para los estudiantes y que hagan uso efectivo de estas tecnologías, o el aprovechamiento de todas las herramientas que brindan estos teléfonos.

Optar por prohibir o no los teléfonos celulares en las salas de clases no puede depender del (mal) uso que se hace en estos momentos de esa tecnología en el aula. La decisión debe basarse en el análisis de los beneficios posibles que los teléfonos celulares pueden aportar al aprendizaje en estudiantes que vivirán en un contexto social muy diferente al nuestro. 

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