Este viernes 5 hubo un llamado a paralización, tomas e incluso violencia, en protesta convocada por la agrupación No+AFP. En una carta de los organizadores a la Presidenta Michelle Bachelet le expresan que están conscientes de que ella está “en una encrucijada muy difícil, pero tiene un pueblo movilizado”. En otra parte señalan que la democracia chilena “está en peligro latente”, para luego abundar en descalificaciones contra políticos y empresarios. Esto se suma a otras movilizaciones que se han multiplicado en los últimos años, de organizaciones estudiantiles y camioneros, padres contra las reformas educacionales o reivindicaciones diversas: contra el aborto, por el orgullo gay, los profesores, los funcionarios públicos, entre tantos otros. En parte se da porque las movilizaciones obtienen resultados, leyes favorables, éxitos corporativos o temáticos.Chile ha cambiado en las últimas décadas. La democracia reclamada y esperada en la década de 1980 y que se instauró en la de 1990, después comenzó a mostrar signos de fatiga. Los partidos políticos, representativos en un determinado escenario histórico, perdieron relevancia y el prestigio del que gozaron en la transición; los senadores y diputados, muy admirados en su primera etapa, pasaron a formar parte del establishment y a recibir el desprecio ciudadano en las encuestas; los impresionantes éxitos económicos del país, que derrotaban la pobreza y permitían mayores oportunidades, abrieron el camino a críticas por las desigualdades y algunas más sistémicas.El problema es universal, como prueba el Brexit en Gran Bretaña, las complejas elecciones norteamericanas del martes 8 de noviembre, la dificultad de formar gobierno en España. En América Latina destaca la salida de Dilma Roussef en Brasil y el drama humanitario que aqueja a Venezuela, que muestran que gobernar es cada vez más difícil, que el poder recibe un escrutinio más duro y más público, que las diversas sociedades -incluso las prósperas- tienen grados de disgusto que se vuelven peligrosos.¿Cómo se puede enfrentar este escenario? Es necesario mejorar los estándares de gobierno y de administración del Estado, y asumir reformas institucionales que sean buenas y aceptables por la ciudadanía. Pero también se requiere enfrentar cualquier populismo -esté donde esté- con propuestas serias, argumentos sólidos y resultados que beneficien a la población, tareas claves de cualquier buen gobierno. 

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