¿Cómo sabe usted si confía en alguien? ¿Cómo es que llega a confiar en otro? Pero, ¿qué es la confianza? Y, ¿cómo sabemos si estamos confiando en alguien?
Considere lo siguiente. Sabemos que confiamos en alguien cuando creemos lo que dice y aceptamos su ayuda. Por ejemplo, si corro a la casa de mi vecino y le digo que su casa está a punto de colapsar, si verdaderamente confía en mí, sacará a su familia. Sin embargo, si él duda de mí, o piensa que estoy loco, él se opondrá a mis palabras, cerrará la puerta, e incluso, exigirá que me vaya.
La cuestión de la confianza se sigue aplicando en nuestra relación con el Señor Jesucristo. Si confiamos en Jesús como nuestro Salvador y creemos en él, haremos todo lo que él dice (Jn. 14:1). No objetaremos ni cuestionaremos su palabra. No cerraremos la puerta. No lo echaremos de nuestra vida. Pondremos suma atención a todo lo que él tiene que enseñarnos.
Jesús nos dice que debemos creer en su evangelio y ser bautizados para salvación (Mar. 16:16). A través de su apóstol, él ordenó a los judíos en Pentecostés, que debían arrepentirse y ser bautizados para la remisión de sus pecados (Hech. 2:38). Fue Cristo quien envió a Ananías para que le dijera a Saulo lo que debía hacer para ser salvo, lo cual incluía el levantarse para ser bautizado para el perdón de sus pecados (Hech. 22:16).
Si confiamos en Jesús, estaremos atentos a su voz en el evangelio. Entenderemos sus mandamientos como medios de bendición (1 Jn. 5:3). Entenderemos que no podríamos ser salvos solamente por la fe (Sant. 2:24). No obstante, si tomamos sólo una parte de lo que Cristo dijo, entonces no estaríamos confiando en él.
Se nos ordena reunirnos con los santos (Heb. 10:24,25). El patrón de la palabra de Cristo establece las asambleas de cada “primer día de la semana” como el momento para que la iglesia local reúna los fondos para hacer su obra (1 Cor. 16:1,2), cada “primer día de la semana” es el momento para oír la palabra de Dios y participar de la cena del Señor (Hech. 20:7). Todos los creyentes que confían en Cristo, no se opondrían a congregarse con los santos, tal y como Cristo lo ha enseñado (1 Cor. 14:37,40). Cada creyente dejará todo el tiempo posible para adorar a Dios junto a otros que comparten la misma fe en Cristo, entendiendo que sus acciones en los servicios de reunión no solamente son para alabanza a Dios, sino también para edificar a los demás cristianos (Ef. 4:11-16).
Si alguno confía plenamente en Cristo, jamás argumentaría que la cena del Señor no es una conmemoración semanal. El único pasaje que indica la frecuencia de la participación de la mesa del Señor, indica que siempre fue una observación del primer día de la semana (Hech. 20:7). Así como el sábado debía ser recordado semanalmente, porque ocurría cada siete días (Ex. 20:8), así también debemos recordar cada siete días el sacrifico del Salvador del mundo (Mat. 26:26-29). Para ilustrarlo aún más, cuando el Banco nos indica que estará “cerrado el domingo”, uno sabe que será “cada domingo”. Es algo sencillo de asumir.
En fin, confiar en el Señor es creer lo que él dice, y aplicarlo a nuestra vida, y predicarlo a otros. Con esto en mente, ¿confía usted en el Señor?