Las cosas mal realizadas no se arreglan sobre la marcha y la reforma educacional es un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas. Nadie discute su necesidad, sin embargo, debe hacerse bien y no por antojos ideológicos. Como se están dando las cosas, hoy, se debería congelar esta improvisada reforma, porque de lo contrario sus efectos serán irreparables. Como lo hemos dicho en reiteradas oportunidades, esta será un Transantiago 2.0, pero a diferencia del 1.0, acá se perjudican niños (prácticamente a toda una generación) y familias. Esta reforma, que está compuesta de diversas leyes, no cumple para nada el fin último por la cual nace a la discusión, esto es, la calidad.  Al contrario, se enfoca en el “lucro”, la “selección” y que el Estado asuma los “proyectos educativos” de cada colegio, salvo los particulares. El problema es que, al enfocarse en estos aspectos, genera una situación complicada para muchas familias y alumnos que hoy quedaron a la deriva, por no hacerse las cosas en forma correcta. En efecto, antes de empezar con los cambios jurídicos a los establecimientos subvencionados, que los obliga a optar entre seguir como subvencionados (pero como fundación o corporación) o bien como particular, debería haberse aprobado la ley respectiva que se enfocara en mejorar la calidad de los colegios públicos, así como también sus presupuestos. Sin ir más lejos, esto último era tan evidente, que, si uno compara las matrículas de los colegios municipales versus la de los colegios particulares subvencionados, a nivel regional, se puede apreciar que, en los últimos 7 años, mientras en los primeros esta disminuyó en un 21% (72 mil a 59 mil alumnos), en los segundos esta aumentó en un 22% (79 mil a 90 mil), lo cual obedece exclusivamente a un tema de calidad. Como muchos colegios subvencionados optaron por pasar a particulares, los apoderados que no van a poder asumir las diferencias de las mensualidades que les entregaba el Estado para pagar la respectiva institución, sólo les queda cambiar a sus hijos de colegio.El tema es que como los que optaron por seguir como subvencionados y los municipales que se han destacado por su calidad carecen de cupos, a estos padres sólo les queda optar a los municipales que hoy no tienen capacidad alguna para recibirlos.         

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