Es injusto discutir sobre derechos humanos, porque no debe existir en el mundo un concepto en el que quepan menos dudas que en éste. Ahí no hay nada que discutir.
Todos concordamos en que la defensa de los derechos fundamentales no se puede poner ni en contexto ni en cuestión. Lo que sí está en discusión es qué entendemos por derechos humanos, porque hablar de los crímenes de la dictadura hoy es un imperativo y castigarlos una necesidad moral. ¿Pero qué hay de otros abusos?
En salud, por ejemplo. Son miles los chilenos que no tienen acceso a un especialista. ¿No es eso un abuso? En educación  ¿No es abuso endeudar a familias pobres transformando un derecho en un bien de consumo? ¿Acaso la muerte de un trabajador movilizado no constituye una afrenta a los tiempos que corren?
Y así como hoy en izquierda y derecha la condena a lo ocurrido -por ejemplo- con Rodrigo Rojas de Negri y Carmen Gloria Quintana o la idea de degradar a los oficiales que perpetraron estos crímenes, son compartidas por la inmensa mayoría, urge que esos otros temas que también son abusos como la falta de atención médica, una educación gratuita de calidad, trabajos bien remunerados y sin abusos, sean considerados también como problemas de derechos humanos.
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