En reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, revela nítidamente los principales logros y problemas sociales aún pendientes en el país. En lo positivo, el texto ratifica que desde el retorno a la democracia, Chile ha venido avanzando nítida y sistemáticamente en la superación de la pobreza, el acceso a la educación y la consolidación democrática.Respecto a las dificultades, el documento advierte la enorme desigualdad que sigue vigente en el país. Las diferencias en el ingreso siguen siendo muy profundas, especialmente si se consideran los extremos de la pirámide social. El 0,1 por ciento más rico obtiene el 20 por ciento del ingreso nacional. Lo mismo que el 50 por ciento más pobre. Dicho en forma más simple y clara, 10 mil personas acumulan lo mismo que ocho millones y medio.Lo anterior acrecienta una clara percepción de injusticia. Se reclama, además, que la tenencia de recursos económicos condiciona demasiado el acceso a servicios sociales imprescindibles. En áreas claves como la educación y la salud, los chilenos sienten que la carencia de dinero impacta demasiado en sus posibilidades.En la misma línea, otro asunto que preocupa a la ciudadanía es el maltrato. Esto adquiere incluso mayor gravedad que las diferencias salariales. Las personas se sienten vulneradas en sus derechos por su clase social, por ser mujer o por caracteres tales como el lugar en que se vive o el vestuario.Son conclusiones que duelen, pero que ayudan a clarificar en qué áreas hemos mejorado y cuáles siguen siendo muy deficientes y requieren más esfuerzos. Es también una clara señal de que lo realizado en este Gobierno, aún con imperfecciones, apunta en el sentido correcto y que la próxima elección es un momento clave, pues se decidirá si seguir avanzando en políticas que enfrenten derechamente la desigualdad, mejoren el acceso a la educación y la salud y aumenten las pensiones o volver a las soluciones individualistas y a la lógica del simple chorreo, como propone la derecha. 

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