Según documento “Prevenir con educación”, que fue creado por representantes de 17 países de Latinoamérica y de la ONU, se manifiesta una cifra a lo menos preocupante, chile es el país mas bajo en lo que respecta a educación sexual según resultados de este mismo informe que incluso datan del año 2015. Si ya hace tres años atras éramos el país con menos educación sexual de la región, hoy no nos quejemos del descontrol de enfermedades de transmisión sexual.

La respuesta del Estado a este descontrol tiene que ir encaminada por dos frentes, en primer lugar la inversión en políticas publicas que mitiguen esta proliferación, y en forma paralela educación sexual, que es la única solución preventiva real al problema. Pero cuando hablamos de educación sexual, no nos referimos a motivar a las niñas y niños a tener sexo, como algunos sectores o la iglesia lo han señalado, sino que hacerse cargo de una realidad. Creer que un niño de 15 años va a conocer el sexo por su profesor de educación sexual, es no querer ver la realidad.

En paralelo a esto, debido a la gravedad del asunto, es imperioso invertir en políticas públicas de mitigación y centrarlo en colegios y universidades, con actos tan sencillos como la inclusión del examen de sangre obligatorio en el examen medico que realizan muchas universidades al momento de matricularse (en la UCN me lo hicieron, no se si todavía existe, pero era solo control de peso y estatura), de esta forma poder detectar a tiempo la enfermedad y establecer dentro de la universidad una red de apoyo, en completa vinculación con el ministerio salud.

La situación de nuestro país es realmente preocupante pero esto se debe a una despreocupación total por parte del estado que no ha tomado con la seriedad necesaria esta problemática, fruto de la discusión constante y burguesa de los sectores mas conservadores, la iglesia y los gobiernos que no han sabido golpear la mesa cultivando a través de esta negligencia y silencio una verdadera epidemia.  

X