La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), es tan admirada como temida, tan esperada como sufrida. Entrega datos contundentes sobre la opinión ciudadana en diferentes temas, desde la apreciación hacia determinadas figuras políticas hasta la evaluación sobre políticas públicas. Quien aparece bien evaluado tiene motivos para celebrar, quien obtiene malos resultados tiene razones para sufrir en silencio y dar explicaciones -a veces poco creíbles- en público.Los resultados del último estudio de opinión del CEP, dados a conocer este viernes 19 de agosto, son lapidarios. Se puede apreciar un deterioro histórico en la imagen de la Presidenta de la República, con un magro 15% de apoyo y una nota promedio de 3,31. Así Bachelet se ubica en la peor aprobación entre los gobernantes latinoamericanos. A esto se suma el 68% que estima que la situación política general de Chile es mala o muy mala, junto a la desaprobación de Chile Vamos y de la Nueva Mayoría como coaliciones, y las pésimas notas que reciben los senadores y diputados.En otro aspecto se confirman los datos que ya han mostrado otros sondeos y que van siendo parte de la vida diaria del país: sólo un 13% estima que Chile está progresando, mientras el 61% lo considera estancado y un 24% señala que está en decadencia. En cuanto a “la situación económica del país”, el 48% la encuentra mala o muy mala, frente al 8% que señala que es buena o muy buena. Según la gente, el tema al que más debería dedicar esfuerzo el gobierno es “Delincuencia, asaltos y robos”, pero en este ítem la administración obtiene un 2,1.¿Qué hacer con estos resultados? El tema es complejo, porque se mezclan aspectos ideológicos y compromisos programáticos muy claros y queridos por el gobierno, contra una opinión mayoritariamente adversa -pero sin poder político- de la población. Las señales que se han dado van en la línea de seguir trabajando por el mismo rumbo, y se advierte que los cambios de gabinete no producen mejoras cualitativas. El mayor problema parece ser el descrédito general de la actividad política. Ante esto es urgente revertir el pesimismo instalado y regresar a la senda del desarrollo económico, el progreso social y la fortaleza institucional.

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