La delincuencia es una de las principales preocupaciones de los chilenos. Algunos tratan de aprovecharse del temor y promueven medidas populistas, pero ineficaces. Necesitamos, en cambio, una acción profunda, que combine acciones de corto y largo plazo. 
Lo primero, sin duda, es atacar las causas. Una sociedad desigual es campo fértil para conductas antisociales. Las reformas en marcha, tendientes a asegurar mejores oportunidades para todos son un paso fundamental. No rendirán frutos ni hoy ni mañana, pero son el camino correcto.
Segundo, es muy importante la prevención, tanto social como institucional. Mientras no conozcamos ni nos preocupe el vecino, no podremos cuidarnos unos de otros. Ello, ciertamente, va de la mano de la labor que realizan las policías y de la que surge de contar con mayor inversión en ciudades y barrios.
Tercero, debemos reforzar la investigación de los delitos. Recientemente, se dictó la ley que fortalece al Ministerio Público. Asimismo, se ha ampliado la planta de la PDI y Carabineros y se está modificando la normativa para favorecer la coordinación con la ciudadanía. También debemos mejorar las normas procesales. Hay una agenda corta en trámite.
Cuarto, necesitamos mejorar la tipificación de los delitos. Nuestro Código Penal tiene más de 100 años. Ha ido modificándose hasta desvirtuarse. Hoy un robo menor puede tener más pena que un homicidio. Desde el Gobierno pasado una comisión de expertos trabaja en un nuevo Código Penal.
Quinto, es urgente ocuparse de la reinserción, especialmente de primerizos y jóvenes. Las cárceles no corrigen, sólo empeoran. Ello implica perfeccionar la ley de responsabilidad penal adolescente y mejorar el acompañamiento a quienes salen de los recintos penales.
Por último, debemos entender que los avances implican tener programas permanentes, que no cambien según el Gobierno de turno ni sean usados para obtener ventajas políticas. 
X