La intención era buenísima. La campaña, iniciada con un video expresamente destinado a un público adolescente, pretendía "visibilizar y enfatizar el rol de los niños, niñas y adolescentes como agentes movilizadores de cambio en defensa de sus propios derechos".

Lo malo fue la evidente falta de comprensión del significado de esas afirmaciones. La más discutible es, sin duda, la invitación a saltarse “todos los torniquetes”. El sentido metafórico que le atribuyó la Defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, ignora una cruda realidad: en octubre de 2019 el Metro de Santiago sufrió una sustancial pérdida económica precisamente porque centenares de adolescentes optaron por saltarse los torniquetes.

Es penoso que, ante las críticas, la institución sostuviera oficialmente que el contenido del video fue "malinterpretado".

La buena comunicación es la base fundamental de la vida en sociedad, igual como la democracia Por desgracia, vivimos años de ambigüedad y las palabras no significan lo mismo para todos.

Se ha visto con claridad en el caso del gobierno de Donald Trump, cuyo lema podría ser “gobernar es tuitear”. Pero hay ejemplos más cercanos. El Presidente Piñera, cuando dos jóvenes fueron baleados por un carabinero en Talcahuano, calificó el hecho como un “accidente”. El subsecretario Francisco Galli etiquetó como un “utensilio” un arma de guerra, una metralleta Uzi. Son ejemplos llamativos, pero no los únicos.

Uno de los mitos chilenos respecto del uso del idioma es que “hablamos mal”. No es un problema de pronunciación, es que somos vagos, imprecisos y desbordantes de muletillas. No es solo hablar de la “huevada” (huevá, en rigor), sino de algo más profundo. En el periodismo escrito, por ejemplo, se dejaron de lado las descripciones, porque se pensaba que la TV las hacía innecesarias. En los medios no se cuidan las concordancias, ni los nombres de personas o lugares. Como se vio hace poco en la Academia Chilena de la Lengua, preferimos toscas expresiones en inglés a las propias. Ascanio Cavallo recordó que “webinar” es, con seguridad, el peor término en nuestra vida cotidiana.

Vale la pena subrayar que el lema de Academia es “unir por la palabra”. Ojalá lo practicáramos todos, incluyendo a la Defensora de la Niñez.

Autor

Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

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