El paro de los funcionarios públicos ha continuado, y por segunda vez ha fracasado el proyecto del gobierno sobre aumentos salariales para el 2017. En esto hay explicaciones, críticas cruzadas y contradicciones entre los partidos oficialistas: nada de eso se equipara al inmenso daño provocado a la población, especialmente a los de menos recursos, por la falta de atención en diversos organismos estatales, que existen precisamente para servir a las personas y procurar que nuestra vida en sociedad sea mejor.Es necesario repensar el Estado en Chile, pero sin ideologismos ni populismos, con inteligencia y sentido de futuro. Todos saben que el Estado malgasta mucho dinero: exceso de organismos, personas contratadas con sueldos millonarios (muchos por razones políticas, otros sin justificación adecuada). Por otro lado, en diversas áreas -educación y previsión, por ejemplo- se plantea un crecimiento estatal a priori, con más instituciones, dinero y gestión. El tema va por otro lado.Se requiere ajustar el tamaño y las funciones del Estado. En la práctica, en áreas como salud se necesita un Estado más activo, rápido, eficiente, incluso con más recursos para la atención de urgencias y para procurar una mejor vida para los que tienen menos. Lo mismo se podría decir sobre la atención de los niños que no tienen hogar y que, entregados a las instituciones oficiales, sufren e incluso mueren en el proceso. En otros ámbitos la situación debe ser al revés: hay que disminuir algunos ministerios -que ciertamente son excesivos-, quitar grasa y reducir gastos inútiles. En reformas institucionales, es imperativo que se respete la Alta Dirección Pública. Un gobierno no debería poder cambiar más del 30% de los cargos de la ADP, lo que daría estabilidad y seriedad a los procesos y despolitizaría los nombramientos; diversas áreas tienen que profesionalizarse; debería haber más y mejor inversión en regiones (por ejemplo en sus universidades y en la atracción de capital humano).Hay que tomarse el Estado en serio, porque es demasiado importante. Pero no se trata de capturarlo para grupos de interés o para amigos políticos, sino para ponerlo al servicio de la gente. No sea que nos encontremos con un Estado tan inútil, que sea pasto fértil para alternativas populistas. 

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