Hace solo dos miércoles, rendí un homenaje a los 72 años del diario El Día, al recuerdo de don Antonio y el legado que hoy ejercen sus hijos y nietos. Estando en Santiago, nos enteramos con mi señora que Francisco había dejado este mundo. “Haciendo lo que más te gustaba, papito”, la pesca, le resumió su hija Maria Cristina en el WhatsApp. Lamento no haber estado junto a él en su velorio y sepelio. Pero ahora, ya de regreso, quiero enaltecer su figura tal cual como lo conocí hace más de 40 años desde la gerencia de la Mutual de Seguridad, hasta hoy, que ejercía como director del Diario. 
Siempre me impresionó su figura británica, su sonrisa que caracterizaba con un leve movimiento de su cara con la ceja derecha algo subida y que mantenía cuando aprobaba algo o cuando no estaba de acuerdo. 
Sus modales naturales me recordaban las características de famosos  ingleses. La forma de pararse, de caminar o de saludar, eran muy especiales en él. Eso demostraba que Francisco siempre fue un caballero. Le faltaba sólo el sombrero para recordar la fineza varonil, hoy lamentablemente olvidada por muchos. 
Ese es el Francisco Puga que yo conocí y esa es la imagen que quedará en mi mente cuando lo recuerde. La vida continúa y la función debe seguir, como muy bien lo dijo un ejecutivo del diario a los pocos momentos de conocerse su deceso, en mensaje a los funcionarios. La angustia en la espera de las 72 horas hasta tener su cuerpo al lado de su familia, fue recompensada sólo con eso, como lo expresó su hijo Francisco. 
Me viene a la memoria la hermosa canción de la compositora y cantante peruana Chabuca Granda con su Vals “Fina Estampa”, que en parte dice así: “Y la ventana se agita cuando por esa vereda tu fina estampa paseas. Fina estampa. caballero, caballero de fina estampa, un lucero que sonriera bajo un sombrero”. Amigo Francisco, feliz viaje al mundo de la luz y de los recuerdos.
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