Espero que quien esté leyendo haya ejercido su derecho a voto, ya que ello no es sólo un “derecho” sino que también un “deber”. No se puede dejar que otros decidan por ti. Esta es la premisa básica de la democracia. Ahora bien. Cuando en el gobierno del presidente Piñera se legisló y aprobaron las leyes de primarias, voto voluntario y la inscripción automática, se hizo sobre la base de que con esto habría más participación, más competencia, más ideas y más madurez cívica. Como democracia y como país habíamos evolucionado bastante para cumplir estos objetivos. Lamentablemente, hemos sido testigos de que ese cambio cultural aún no se produce, lo cual se ve reflejado en la alta abstención ciudadana y la falta de participación en los procesos de primarias legales. Mi impresión es que, dado que muchos abogan por estos días con volver a la “obligatoriedad” del voto, debemos consolidar y trabajar los conceptos precitados, de manera de lograr esa madurez que como país debemos tener. Por lo anterior, en vez de dar de baja el actual sistema, debemos trabajarlo, pero para ello se necesita que se hagan cambios de verdad. Primeramente y como lo planteó el presidente Piñera, este viernes recién pasado, hay que empezar  a “tecnologizar” nuestros procesos democráticos, para ello necesitamos en forma urgente contar con voto electrónico. Me parece un muy buen precedente que como fundación Avanza Chile se esté trabajando y presentando una propuesta de proyecto de ley sobre la materia. Así como hoy uno compra, transfiere, vitrinea, se comunica, tramita permisos y temas legales en línea, es perfectamente posible que ejerzamos nuestro derecho a sufragio por esta vía. Al mismo tiempo, tenemos que modificar la ley 18.700 sobre votaciones, en el sentido que se modifiquen todas las limitaciones y trabas que se impusieron con la ley 20900, que lo que hizo fue que en definitiva fuera un traje a la medida para quienes actualmente ostentan cargos de representación popular. Al mismo tiempo, debemos replantearnos el sistema de elección de alcaldes y concejales, de manera que ese proceso eleccionario no sea una antesala para las elecciones presidenciales y parlamentarias, sino que cumpla con su rol de elegir derechamente a un representante de la comuna y de los distintos barrios que la componen, consiguiendo de esa manera que el bien común del vecino esté por sobre el quehacer político tradicional. Finalmente, debemos empezar a trabajar en que se establezcan límites a las reelecciones de nuestras autoridades, de manera de evitar ese caudillismo que tan mal hace a la democracia. Estas no son ideas al voleo, son parte de lo que muchos esperamos cuando se hicieron las modificaciones a propósito del tema del financiamiento de las campañas. Aprovechemos este momento, para sacar adelante este proceso que en definitiva perfeccionará nuestra democracia y nuestra convivencia cívica como país. 

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