Un hallazgo ocasional, amuleto del camino, depara sorpresas para auditores curiosos en la precordillera anAZde pastores de ovejas y  otras crianzas aún suele perder el sueño ante las historias increíAbles de un ribereño mayor en las horas inciertas del albadia. Donde el  fenómeno de los hallazgos  aguarda otras interpretaciones. Ya los pajaritos cantan... En la narrativa diaguita actual, el vocablo albadia no es otra cosa que el amanecer. La hora -hasta la década de 1980 - fue muy importante sentir el acercamiento a fenómenos que, en algunos casos se pudieron tocar y ver. Aunque hubo excepciones con el tiempo, la memoria acompañaba hasta la salida del sol. Por estos días, la Primavera ya se perfila en el valle: aumenta el nivel del agua en el tranque Puclaro, próximo a Vicuña y los arrieros se preparan para la veranada cercana a la Provincia de San Juan. Por Chapilca aún resuen: -”Cuatro arrieros ya son sombras / prendidas en la Cordillera, / la nieve les puso un poncho / de la noche “tejendera”.Pero, habíamos quedado con hallazgos que no son arqueológicos y que han trascendido entre amigos ligados a la montaña elquina. Poco antes de la llegada del tercer milenio NN pudo ver varios zapatitos de niños o algo parecido en una zanja pequeña. Ante posibles lluvias optó por enterrar su descubrimiento en esa llanura.  Un poco más abajo, en Las Tres Puntas y cerca de La Corona del Rey hay derroteros de entierros de tesoros. Por esos lados se registran -datos- dos hallazgos: la figurita de un niño y su perro tal como miniatura -siglo XVIII- del tipo europeo en porcelana y varios pececillos de metal vistos debajo de una piedra mediana. El chico con pantalón corto de color azul y camisa blanca; el perro amarillo y café. (No dejaban dormir, según su rescatador, ya fallecido). No, no pudo deshacerse del hallazgo. Hum.  

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