Si no fuera por el amplio registro de sonrisas compartidas, el episodio de la muñeca inflable del ministro de Economía podría haberse incorporado a la innoble historia de los regalos descontrolados de un supuesto “amigo secreto”. Pero no fue así.  Roberto Fantuzzi, el creativo del caso, tiene nombre y apellidos y una trayectoria gremial conocida. El martes en la noche, en la comida de Asexma (los exportadores de manufacturas), mantuvo la tradición de entregar originales regalos a sus invitados... pero casi perdió el puesto.La muñeca inflable, propia de una despedida de solteros, que le dio al ministro de Economía, tenía la boca tapada con un ofensivo mensaje: “La economía es como la mujer, hay que saber estimularla”. El escandalizado rechazo fue inmediato. Una crítica de fondo tiene que ver con el imperio del mal gusto y el lenguaje procaz. Tal como ocurre desde hace tiempo, convertidas en la versión moderna de la Inquisición, las redes sociales atizaron la hoguera sin distingos ni matices: “Vulgar”, “falta de respeto”, “violencia de género”, “grosero”, “desubicado”.Pero también se debe apuntar a la torpe reacción inicial de los protagonistas de la historia. Aunque todos terminaron condenando el “mal chiste”, en un primer momento no vacilaron en aplaudir y celebrar. Menos elegantes, por cierto, fueron las palabras (¿finales?) del padre de la idea. Tras sus disculpas, Fantuzzi en entrevista en radio Cooperativa señaló: “Si he ofendido a alguien, pido disculpas. Esto lo hace siempre un comité, no son solamente ideas mías, donde participan también mujeres”.Tal vez eso explique por qué su gremio, tras intenso debate, decidió mantenerlo en su cargo.Los responsables de las bromas pesadas del amigo secreto casi nunca salen incólumes. Ello prueba que Fantuzzi tiene buena mano como líder.

Autor

Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

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