En las últimas semanas, o incluso meses, hemos visto noticias que afectan la vida privada de las personas. La transgresión no sólo es claramente delictual, sino que afecta normas básicas de convivencia social. Hace algún tiempo fue una grabación de mujeres en la Marina y esta semana se suma la difusión de fotos íntimas de unas estudiantes de Medicina. Adicionalmente, se descubrieron micrófonos y cámaras que espiaban a directivos de la Sofofa, lo que tiene conmocionado al mundo empresarial y político.Estos casos -todos- son de la mayor gravedad, y afectan a la vida más íntima y privada de las personas. Defender los espacios personales y el legítimo resguardo de la vida privada es un principio básico en cualquier civilización, por lo que los atentados deben ser perseguidos y castigados con la mayor severidad posible. Es precisamente en los espacios familiares, personales o laborales donde las personas se despliegan con mayor libertad, lo que merece respeto y prohíbe cualquier invasión ilegítima.Uno de los problemas actuales viene desde otra vereda, cuando las propias personas exponen su vida personal a través de las redes sociales. También por los programas de televisión que desde hace una década transmiten los movimientos de los participantes en los famosos reality shows, con grandes audiencias deseosas de conocer las parejas, problemas o sueños de los personajes. Esta distorsión de la privacidad se excusa en la voluntariedad de la participación, lo que en modo alguno soluciona el problema.  En su excelente libro “1984”, el escritor George Orwell muestra la existencia de cámaras en los domicilios, ilustrativos de la frase “el Gran Hermano te vigila”, poder que todo lo sabe y frente al cual nadie está libre ni tiene vida privada. Lo mismo se podía apreciar en la excelente película “La vida de los otros”, donde un escritor y su mujer actriz eran vigilados día y noche por los micrófonos de la Stasi, la policía omnipotente de la Alemania comunista. “A todos los vigilamos”, decía con orgullo un ministro del régimen.Quizá lo mejor de las tristes noticias conocidas en Chile -las grabaciones a las mujeres y a los empresarios- es la condena unánime que han generado, que muestran la sensatez frente a la insania de esos ataques.

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