El año 2010, el periodista de radio Bío - Bío, Nibaldo Mosciatti Olivieri, invitado de honor de Embotelladora Andina, galardonado por su merecida trayectoria y haciendo uso de la palabra para agradecer el premio recibido, alejado de toda formalidad, se dirigió con fuertes y críticas palabras a la audiencia. A reglón seguido, haciendo uso de una especie de parresía, se mofó de la iglesia, los militares, los políticos y de los grupos económicos. No se salvó nadie. No asistí a esa ceremonia, pero tuve la oportunidad de leer su discurso. No pretendo juzgarlo, al contrario, quiero rescatar su visión idealista del periodismo en Chile.

Estableció la existencia de dos tipos de periodistas. Unos, al servicio de la sociedad y otros, que les hablan a los poderes. A estos últimos los encasilló como aquellos que viven en “un rincón un poco humillante, como esas casuchas para los perros guardianes, que te guarece de la lluvia pero que incuba pulgas y garrapatas, pero allí nunca falta el tacho con comida. Sabe mal, pero alimenta. Y, en general, engorda.”

Siete años después y especialmente en estas últimas semanas sus palabras – por la actitud de la prensa – se me vinieron de golpe a la memoria.    Primero fue una publicación de “El Mercurio”, en la cual un diputado afirma que nunca – como Partido Comunista – habían propiciado un Golpe de Estado en la época de los 70. Después, un Ministro, en una entrevista en la Radio y Diario digital de la Universidad de Chile, adelantaba las sentencias que afectarían – en breve plazo – a un ex Comandante en Jefe y otros ex Oficiales, por causas de Derechos Humanos. No suficiente con lo anterior, un abogado querellante, refiriéndose a la misma causa anterior, al día siguiente y por el mismo medio comunicacional mencionado, apoyaba y respaldaba las palabras del Ministro investigador.

Mi preocupación, se refuerza con la detención de un General, hermano del actual Comandante en Jefe del Ejército y días después, este lunes 17 de abril, para ser más exacto, la detención de un Coronel en retiro que, durante 16 años fue Alcalde de Providencia y que, con valentía, siempre, ha defendido la labor del Gobierno de las Fuerzas Armadas. Todos, linchados por una prensa mediática, arbitraria que con títulos sentenciadores de “encubridores”, “torturadores” o de “responsabilidad criminal” busca ganarse el aplauso o el “tacho de comida” que nos menciona Mosciatti.

No son solo los titulares, irresponsablemente escogidos por periodistas coludidos con sus editores, lo que condenan a estos Oficiales, también los condenan hordas de periodistas de los principales noticieros, opinando, comentando, atacando y presionando – en sesgadas entrevistas – a sus abogados e incluso a Oficiales en Servicio Activo, responsables de cumplir la amarga y humillante misión de custodiar y asegurar su detención.

¿Dónde están los periodistas que “le hablan a la sociedad”, a los cuales se refiere Mosciatti? Yo también soy parte de la sociedad y los cientos y miles de soldados que conocieron a esos Generales y Coroneles, necesitamos ser informados con imparcialidad.

Mosciatti, en su intervención del año 2010 además aseguró que “el periodismo sólo se sostiene en su falta de certidumbre, en la duda permanente, en el escepticismo, en la incredulidad”. Yo le pregunto entonces, ¿aún sostiene lo que aseveró el 2010?

Lo que está ocurriendo, pareciera más bien una vendetta, una persecución, una humillación a todo aquel que durante el Gobierno de las Fuerzas Armadas, vistió uniforme. Una venganza que sólo engendra odio en todos aquellos que rodean a los militares injustamente procesados. Sus esposas, sus hijos, sus nietos, sus amigos, sus camaradas de armas. Los de ayer, los de hoy y los de siempre. Sabemos que hay uniformados que cometieron errores o debieron cumplir órdenes en situaciones y momentos muy diferentes a los que vivimos actualmente, pero también sabemos que los jueces no son infalibles, son tan humanos como cualquiera de nosotros y que un solo error basta para condenar a un inocente.

¿Por qué, como ciudadano informado, debo creerle a un testigo que se presenta 40 o 43 años después?

¿Por qué debo creerle a una prensa, que en un 100%, apoya la persecución y crucifixión de todo ex militar que sea acusado por delitos de Derechos Humanos?

¿Por qué debo creer que un General, un Coronel, un Oficial, un Suboficial o un Soldado, con los cuales serví casi toda una vida, pudieran ser criminales?

En el Destacamento “Tucapel” de Temuco, en estos días, no solo se detuvo a emblemáticos y respetados Oficiales, también se detuvo a un soldado de origen mapuche. Un soldado que el año 1973, siendo menor de edad, en cumplimiento de su Servicio Militar Obligatorio y con su escasa educación, durante un control del “toque de queda”, hizo uso de su arma de servicio dando muerte a un civil, que no obedeció la orden de detenerse. Una lamentable tragedia que afecto a un civil y a un soldado. Pero esto a nadie le importa. Menos a los periodistas que buscan llenar las portadas con nombres de Coroneles y Generales. Un soldado, para ellos, no es noticia. No vende.

Ese ex soldado seguramente será condenado. Condenado por cumplir una orden. Condenado por cumplir con su Servicio Militar Obligatorio. Condenado por haber hecho uso de su arma de servicio en cumplimiento a ley imperante. Para él no había otra realidad, pero hoy lo quieren convencer – y a nosotros como sociedad también – de que es un asesino.

A ese soldado, durante su detención, no lo fue a ver ningún diputado, ningún senador, ningún abogado, ningún dirigente mapuche y menos un periodista. Ahí debe estar en su ex Regimiento o quizás detenido en su casa, esperando su sentencia, junto a su inocente y perpleja familia. ¿Es eso justicia?

¿Es esa la verdad, con que un grupo de periodistas, faltos de ética, le habla a la sociedad?

Sr. Nibaldo Mosciatti Olivieri, siguiendo una tradición que viene desde mi padre, elegí ser militar, como usted eligió ser periodista. No soy ni peor ni mejor que usted y también creo en el periodismo que usted cree. Ese que debe informar a la sociedad, sin servidumbre; a nada ni a nadie.

En la desesperación y pérdida de confianza en la justicia, en la sociedad, en la iglesia, en los políticos, en los gobernantes, recurro públicamente a los Medios de Comunicación. A aquellos periodistas sin vínculos a otros poderes. A quienes son totalmente independientes y alejado de las organizaciones, de los partidos políticos o de las empresas A todos aquellos que éticamente estén dispuestos a mostrar los hechos en todas sus dimensiones. Dispuestos a transparentar otra posible realidad.

La realidad de los inocentes, la realidad de los perseguidos, la realidad de los soldados que servimos bajo el mando de quienes hoy son investigados. Incapaces de creer lo que algunos jueces dicen de ellos y menos aceptar – después de más de 40 años – los relatos de quienes nos violentan con esos inverosímiles testimonios que hablan de enajenados mentales o de criminales que nunca conocimos.

 

Christian Slater Escanilla

Coronel (R).

Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.

Autor

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Señor Director:

En septiembre de 1973, la Cámara de Diputados del Congreso de Chile, declaró la inconstitucionalidad del Gobierno de Salvador Guillermo Allende Gossens. Esto fue ampliamente apoyado por la Democracia Cristiana, los Partidos de Derecha y gran parte de la sociedad.

Ante esta situación, las Fuerzas Armadas y Carabineros, junto a una decena de Ministros uniformados, designados por el propio Presidente Allende, no aceptaron la amenazante Carta del Congreso, produciéndose, el 11 de septiembre del año mencionado, un Auto Golpe Militar en apoyo al Presidente de Chile.

En respuesta a la lealtad del mundo castrense, Allende aumentó la cantidad de Ministros Militares. A varios Coroneles y Capitanes de Navíos los designó como subsecretarios en diferentes carteras ministeriales y, a casi todos los Generales y Almirantes, los puso a la cabeza de las Empresas Estatales o en diferentes Directorios. Los que no cumplían con las expectativas revolucionarias, rápidamente fueron reemplazados por otros.

Los líderes de la derecha y de la oposición al Gobierno de Allende, fueron relegados a diferentes territorios insulares y se establecieron Consejos de Guerra para juzgar a los Contra Revolucionarios. El Comandante en Jefe del Ejército asumió la Vice Presidencia del País. El Congreso fue disuelto y en su reemplazo asumió una Junta Militar del “Nuevo Ejército Popular”.

En el 4to. año de Gobierno, Allende llamó a la reelección. Con el apoyo y control de las “Fuerzas Armadas Populares”, fue reelegido por un nuevo período. En ese instante, algunos grupos de la extrema derecha ingresaron a la clandestinidad, siendo duramente perseguidos y reprimidos por los Agentes del Estado Popular de Chile. Otros se asilaron en diferentes embajadas.

Se cambió el lema del Escudo Nacional, por “Revolución o Muerte” y se rescató la estrofa de nuestro himno nacional, esa que dice: “Vuestros nombres valientes soldados que habéis sido de Chile el sostén…”. Chile se convirtió en un Estado Socialista, donde sus “Fuerzas Armadas Populares” lo controlan todo.

Nunca más una familia pudo tener una segunda propiedad. Desaparecieron las estancias, los fundos y las parcelas de agrado. Los Malls se cerraron construyéndose, en su reemplazo, viviendas sociales. Todo fue expropiado, dividido y entregado al pueblo.

 

Se unificaron los sueldos y se estatizaron los canales de televisión. Otros se clausuraron por imperialistas y anti revolucionarios. Los directores de los medios de comunicación de oposición, en menos de un año, fueron detenidos y nunca más se supo de ellos.

Se crearon los “Tribunales Populares de Defensoría del Pueblo” y se persiguió a todos los que se opusieran a la “Revolución Popular”. Las iglesias fueron clausuradas y se instalaron centros de atención para los más necesitados o se transformaron en hostales para las juventudes comunistas. La prensa imperialista fue obligada a vender sus derechos al Estado y se instauró la Educación Nacional Unificada, para aprender más sobre Cuba, la Unión Soviética, las bondades del marxismo, el socialismo y el comunismo.

Hoy, en Chile, casi nadie trabaja. No es necesario, todo está subvencionado por el Estado. Se establecieron las Juntas de Abastecimiento, el Control de Precios y los “Almacenes Populares”, lo que permite – hasta hoy –  dar de comer al pueblo y satisfacer sus necesidades básicas. Se establecieron centros recreacionales solo para turistas extranjeros, cuyo ingreso es controlado por el Estado. Esto, en Vichuquén, Las Tacas, Pucón, Lago Llanquihue, Puerto Varas, Zapallar, Cachagua y Chiloé. Caburgua, se convirtió en un gran Centro Recreacional para los que trabajan directamente en el Gobierno. El resto de las áreas turísticas de Chile quedaron abiertas, exclusivamente, para aquellos ciudadanos inscritos en el “Partido Revolucionario del Pueblo”.

Las “Fuerzas Armadas Populares de Chile”, actualmente, gozan de un gran apoyo ciudadano y viven en barrios privilegiados de las principales ciudades del País. Se caracterizan por su compromiso con la revolución socialista y sus largos viajes e intercambios profesionales con Cuba, Venezuela, Ecuador, Corea del Norte, la actual Rusia y últimamente China. Sus hijos pueden estudiar en Europa, como también, entrar y salir del País, sin ningún tipo de restricciones. Nunca se les ha perseguido y menos juzgado o encarcelado, salvo, claro está, aquellos que han abandonado los principios revolucionarios. En general se sienten muy tranquilos con su futuro. Saben que, si algún día llega a gobernar la derecha, no tendrán ningún problema. A la izquierda y sus atrocidades siempre se les perdona. El “Síndrome de Estocolmo”, los favorece a ellos.

Los principales líderes – civiles y militares – de esta Revolución Popular, a su muerte, han sido inmortalizados en impresionantes monumentos frente a la Plaza de la Revolución (ex Plaza de la Constitución). Al mismo tiempo, en las unidades del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada, se dispuso rescatar la figura del Coronel Marmaduke Grove Vallejo, como reconocimiento a sus acciones, en 1932, para proclamar la República Socialista y posteriormente, en 1933, su apoyo en la creación del Partido Socialista de Chile.

Por otra parte, las cárceles se encuentran atestadas de ex integrantes de Renovación Nacional y de la Unión Demócrata Independiente. También se han creado cárceles de exterminio, donde a los imperialistas de la extrema derecha se les ha privado de sus Derechos Humanos, para dejarlos morir encadenados a sus catres de enfermos terminales. Todo, pese a las súplicas y el sufrimiento de sus familias; principalmente, hijos y nietos que nada han podido hacer por ellos. La pena de muerte no existe, pero estos encarcelamientos son una forma de disfrazar la persecución, el odio y la venganza contra la derecha y, en especial, la derecha económica, que tanto daño le hizo al pueblo.

El Partido de la Democracia Cristiana, se cambió el nombre y hoy se llama Democracia Revolucionaria, siendo grandes aliados con los Socialistas y los Comunistas. Actualmente son los principales impulsores para otorgar a Bolivia una salida soberana al mar y también, para entregar los campos de Hielo Sur a Argentina. Total “unos metros más o unos metros menos” en nada le afectan a Chile.

En el País no existe la iniciativa privada, todo lo controla el Estado. El cobre, cada día más escaso, sigue siendo el único sustento de la economía. La sociedad, se ha acostumbrado a vivir con poco. Se conforman con un techo y algo para comer. Con la “Canasta Familiar”, que les entrega el Estado, es suficiente. No tienen mayores expectativas. Es el Chile de hoy. No tiene para qué ser peor….ni mejor tampoco. Ya nos acostumbramos a que el Estado sea nuestro sostenedor.

Allende, que en paz descanse, ya no gobierna Chile. Su familia y amigos se han encargado de mantener el poder. Algo que no ha sido fácil, pero con fantásticos actos circenses, juegos de luces, muñecas gigantes y multimillonarios créditos obtenidos en lejanos países, el pueblo embobado, se conforma con vivir el día a día, el ahora, sin pensar en su futuro y menos, en el de la familia o del País. Esos conceptos ya no existen. Hoy, “Familia y País”, es cualquier cosa.

Estimados lectores, este relato – aunque tiene partes que no superan la realidad – es sólo una ficción de una mente acorralada por los acontecimientos actuales. Un relato recomendado solo para aquellos que han superado los 60 años. Los más jóvenes, jamás lo entenderán y nunca creerán que, esta narración, con una simple orden ¡a la izquier!, pudo haber sido cierta.

 

 

Christian Slater Escanilla

Coronel (R).

Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.

 

 

 

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