Todos los años vemos como el (la) Presidente de la República  rinde su Cuenta Anual, más comúnmente conocida como “Mensaje Presidencial del 21 de mayo”, ceremonia pública en la cual se presenta ante el Congreso Pleno, a fin de dar cuenta al país del estado administrativo y político de la nación
Se trata de una tradición republicana, donde  el o la Presidenta visita el Congreso y habla a la ciudadanía para dar cuenta de los avances que se han realizado en su gobierno y de lo que se viene para el año.
Sin embargo, somos hoy día testigos de cómo ello se ha transformado en una exasperante rutina que ha desvirtuado esta antigua tradición: un discurso más o menos predecible, en lo que se refiere a la cuenta de lo efectuado y expectativas de lo que vendrá;  los  elogios  de los representantes del oficialismo y críticas de la oposición, y las declaraciones rimbombantes que incentivan el morbo periodístico y el ego exacerbado de los políticos…
Todo ello, mientras en la Plaza Prat observan nerviosamente el reloj, calculando si alcanzarán a llegar a la hora las autoridades políticas.
Todo sería soportable, si no fuera por los desmanes simultáneos al evento, promovidos por los irracionales de siempre y explotados políticamente por otros, que este año han llegado a lo inaceptable: la muerte de un modesto trabajador municipal, de más de 70 años de edad, que seguramente estaba aún trabajando porque la mísera suma que recibiría no le permitía el lujo de pensionarse…
Hay quienes están proponiendo cambiar la fecha o lugar de la cuenta presidencial, como si ello fuera a alterar algo.
Sin embargo, como las normas constitucionales no son tan claras respecto a que la cuenta deba rendirse personalmente, y pensando en la salud mental de los chilenos,  ¿por qué no proponer que se aproveche la tecnología y se haga  por e-mail…?
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