Una canción olvidada, armonía maternal, retrotrae reminiscencias de antaño a grupos heterogéneos para fortalecer alma y cuerpo. Cuando el aguador elevado para las locomotoras luce tal como pila bautismal en el tramo ferroviario vicuñense. Donde la sede estación del adulto mayor no es otra cosa en que el arrullo familiar se hace acogedor. He vivido tolerando un martirio... El conocido “a la rurrú pata” que con la dulzura de siempre entonaron las madres de ayer y - vigente en la memoria colectiva iberoamericana- no cesa. Así, aunque los creativos audiovisuales lleven la delantera ante el folclore. La vida debiera ser canción entre prójimos que conviven en el día a día. El sueño del adulto mayor o el de los niños llega con el canto generoso. Javier López (70) vicuñense nato no cambia la vista panorámica de la cercanía con la estación ferroviaria que estuvo vigente hasta fines de los años sesenta. Hoy, no lejos de las llegadas y partidas del “tren elquino” y frente a una multicancha, participa activamente en la sede social. Es el presidente desde hace nueve años y para la próxima elección en 2017 espera el recambio. “Es gente que coopera y da confianza”, dice. Para la veintena de socios activos y otros tantos cooperadores el quehacer no falta. Ahora mismo, el Aniversario -Domingo 16, en la tarde- para el recuento y adelanto para lo que viene: viaje de fin de semana a Pichilemu. Los socios pagan cien mil pesos y todo el resto se financia con colaboraciones, especialmente de la Ilustre Municipalidad de Vicuña y la organización oficial. Finalmente, la capital comunal tiene otras dos sedes que enriquecen a los programas dedicados a quienes, en alguna medida, tornan a la niñez con sus caprichos y olvidos renuentes. Las canciones de cuna tradicionales o los cuentos narrativos entrecortados por las emociones no impiden que el alma juvenil de las personas aflore en sonrisas para otra nacencia. ¡Vale!

X