El Senado aprobó durante esta semana, luego de bastante debate, la reforma constitucional referida a la elección de intendentes, que pasarían a llamarse gobernadores regionales. Falta que sea analizado por la Cámara de Diputados.Hay un amplio respaldo para que la ciudadanía elija democráticamente a la primera autoridad de cada región. En eso no hay dudas. Los puntos en discusión han sido dos: El itinerario para poner en marcha esta elección y el quórum para elegir al intendente. Respecto del cronograma, partimos de la base que elegir intendentes es un símbolo potente, pero el objetivo principal es avanzar hacia una verdadera descentralización, que las regiones tengan poder real y recursos económicos para desarrollarse.Implementar estas capacidades tarda un poco. Requiere traspasar facultades, personal y  competencias desde el nivel central al local. Luego, debe verificarse que ello funcione. También se necesita asignar paulatinamente recursos que hoy son invertidos por los ministerios. Algunos postulamos que la forma correcta de realizarlo es poner en marcha las transferencias de atribuciones y recursos ojalá lo antes posible y, cuando ello esté listo, realizar las elecciones de Intendentes. Si eso ocurrirá el 2018 o el 2022 no es lo relevante. El otro aspecto debatido es la forma de elegir al intendente. Queremos que tengan un apoyo sólido y amplio en toda su región. Permitir que se elijan sin mayoría absoluta, sino con un umbral de un 40% es insuficiente, pues así un intendente podría ser un cacique local de gran popularidad en una ciudad, pero con escaso respaldo en el resto de la zona. Eso le quita fuerza, dando lugar a disputas territoriales que podrían llevar incluso a propuestas de nuevas regiones.Debemos hacerlo bien. Lo que no puede pasar es que tengamos intendentes elegidos sin legitimidad, sin atribuciones y sin recursos para ejercer su mandato. Estaríamos dando un paso en falso y engañando a la ciudadanía.  

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