Los mostraron esta semana la encuesta Casen, medida entre los meses de noviembre de 2015 y enero de 2016, la cual obviamente se entregó con 2 meses de desfase, algo bien raro en esta materia. Grandes titulares y conferencias de prensa celebrando la caída de este flagelo. Sin embargo, si bien las cifras son buenas, no son alentadoras. Digo esto, porque lamentablemente se redujo la pobreza en los números y en los porcentajes sólo en forma leve, pero no con la misma con que se venía reduciendo en el gobierno anterior. En efecto, el ritmo al que veníamos haciendo retroceder la pobreza sólo se redujo a la mitad. En la práctica esto significa que, si durante el Gobierno del Presidente Piñera 427 mil chilenos salían de la pobreza por año, en el actual mandato se redujo a 217 mil por año. En otras palabras, como país nos farreamos la posibilidad de que 420 mil compatriotas salieran de la pobreza en los últimos dos años, de haber mantenido el impulso que traíamos. Por otra parte, si bien se reduce la pobreza, de haberse mantenido las políticas sociales que se aplicaron desde la vuelta a la democracia y de no haberse aplicado por este gobierno la teoría de la “retroexcavadora”, hoy no tendríamos a más de 2 millones de compatriotas en la pobreza, es decir, que viven con menos de $400 mil mensuales por hogar (considerando un grupo familiar de cuatro personas). Adicionalmente, llama la atención que no se haya entregado la medición tradicional de la pobreza, a partir de la metodología histórica vigente desde 1987 (única comparable en el tiempo). En el anterior mandato, la gran mayoría de los economistas vinculados a la Nueva Mayoría planteó un ácido debate producto de cambios metodológicos de menor cuantía. Hoy dichas voces brillan por su ausencia, a pesar que los cambios de la metodología fueron radicales. La lucha contra la pobreza es una tarea de todos, y siempre aplaudiré el ganar esta pelea, pero no nos engañemos con los titulares y anuncios de las autoridades. Pretender dar un triunfo a esta reducción gracias a las “pretendidas” grandes reformas del gobierno, definitivamente es creer que los ciudadanos somos tontos. Es casi un insulto a nuestra inteligencia. Al contrario, estos número y porcentajes sólo confirman y ratifican las negativas consecuencias económicas y sociales de la retroexcavadora de la Nueva Mayoría: desde que se instaló en La Moneda, el crecimiento, la creación de empleos, el aumento de los salarios y la reducción de la pobreza han caído a la mitad. Incluso, la reducción de la desigualdad -el gran objetivo del programa de la Presidenta- perdió velocidad en relación a lo que venía ocurriendo: si en el período anterior se redujo en casi diez puntos la brecha en los ingresos autónomos de los hogares (10/10), en este cae apenas dos puntos. 

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