como la inmensa mayoría de mis conciudadanos, con excepción de algunos de los militantes de los diversos partidos políticos, nos rebelamos ante las diversas opiniones de comentaristas, analistas y cientistas políticos respecto de lo que puede pasar en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. Si los votos de cual o tal candidato se traspasarán para un lado u otro, si la aparición de un nuevo conglomerado le quitará algún porcentaje de votos a uno ya establecido desde hace tiempo, etc. Mis estimados y leales lectores, ya basta con este pastoreo de nosotros, las supuestas ovejas que nos entusiasman de irse a la izquierda, al centro o a la derecha. Somos libres y sabemos claramente donde vamos a poner la cruz en la gesta cívica. Cada uno sabrá evaluar lo que se ha hecho y lo que no se ha hecho. Lo que se mejoró y lo que se prometió y  se hizo o no se hizo.  Cuando cada uno analice tranquilamente lo que le sucede, evaluará cómo estaba antes o cómo está ahora, dará el premio o el castigo al marcar su preferencia. Somos libres y ejercemos esa libertad. Incluso los militantes de los partidos son libres, como me dijo un gran amigo, fiel militante de un partido de gobierno. No aceptamos ser mandados o que se nos tome en cuenta como un número. Somos ciudadanos y como tales ejercemos el derecho de elegir a quién nos plazca, dentro de los candidatos que nos han impuesto los partidos y los que en algún caso han optado por presentarse independientemente. “Sólo un Estado moral prosperará cuando sus ciudadanos sean buenos y se puedan realizar”, dice Aristóteles. Y Ud., mi estimado y esforzado lector ¿Está realizado? ¿Por qué no o por qué sí?Reflexione en calma a la luz de lo que ve a diario en su entorno. Cada cierto tiempo se nos convoca a dar nuestra opinión individual y secreta. Dé usted la suya tranquila y meditadamente. 

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