Hay temas como éste que uno no quisiera tener que abordar nunca; hemos sido testigos impotentes de cómo, a partir de uno de los típicos incendios de este período, hoy está la mitad de nuestro territorio bajo condición de catástrofe, con cientos de miles de hectáreas  arrasadas por las llamas y pueblos completos destruidos irremediablemente, que deberán levantarse de las cenizas. Este ha sido el incendio más destructivo que se ha registrado en Chile y  puede considerarse dentro de los diez incendios forestales más dañinos que han afectado al planeta, con  gigantescas pérdidas para la agricultura, la industria forestal, la ganadería y lo más dramático, el trágico fallecimiento  de personas combatiendo las llamas.Un escenario  complejo, donde se ha cuestionado duramente el accionar de las autoridades, en el inicio de lo que rápidamente se transformó en un infierno que se extiende por el país de manera incontrolable. Hemos visto  a la Presidenta explicar que los protocolos de emergencia de los principales organismos involucrados, ONEMI y la CONAF, se han aplicado plenamente, pero es incomprensible la lentitud con que se actuó inicialmente en la búsqueda de ayuda nacional e internacional, necesaria y urgente para haber  detenido este evento en sus inicios, con la prontitud y eficiencia que la situación requería.Lamentablemente, sobre todo para las víctimas, esa ha sido la conducta que hemos visto en este Gobierno cada vez que ha debido enfrentar situaciones de catástrofe; por un lado un reaccionar tardío que agrava la tragedia y por otro, una total falta de prevención, especialmente en situaciones de riesgo tan inminente como era el tema de los incendios forestales. No es una novedad que los cambios en las condiciones  climáticas del mundo venían siendo estudiadas y anunciadas hace mucho tiempo; sabíamos con anticipación las altas temperaturas que tendríamos, lo que aumentaba peligrosamente el riesgo de incendios forestales, tal como había sucedido en años anteriores.Entonces  prevenir no sólo es sentirse satisfechos con la aplicación de protocolos establecidos, sino que debieran haber estado al cien por ciento las maquinarias, vehículos y aviones propios y además, contactados los países y empresas multinacionales que cuentan con los aviones y helicópteros necesarios para colaborar en estas tareas. Un Gobierno eficiente debe ser capaz de aprender de las trágicas experiencias de otros países; debe saber involucrar a una gran masa de chilenos y prepararlos para actuar correctamente en estas situaciones, incluso para contratarlos cuando se requiera, ya sea jóvenes que estén haciendo su servicio militar o  estudiantes voluntarios, porque es criminal como hoy se arriesgan sin la mínima preparación.  

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