Nuestra educación pública escolar atraviesa por severas dificultades. La matrícula ha venido cayendo en las últimas décadas. Hoy, apenas el 36% de los estudiantes cursa estudios en planteles fiscales, concentrándose en los sectores más vulnerables y rurales.Muchos factores han llevado a esta situación. Uno de ellos es la existencia de estímulos a la educación particular subvencionada, que por décadas pudo recibir recursos públicos y, al mismo tiempo, seleccionar estudiantes y cobrar un copago a los padres.En otro sentido, el traspaso de la administración de escuelas y liceos a los municipios, efectuado durante la dictadura, no ha dado los resultados esperados. Con muy pocas excepciones, las comunas no han sido capaces de gestionar acertadamente, principalmente por la falta de recursos.Por ello, uno de los aspectos más relevantes de la reforma educacional que se propuso el actual Gobierno es la denominada desmunicipalización o, dicho de otro modo, la creación de una Nueva Educación Pública.Recuperar la calidad de los establecimientos públicos es fundamental. No se trata de una disputa ideológica. En cualquier país desarrollado del mundo, la educación pública es un servicio esencial. Es un factor de integración social, una garantía del acceso universal a la educación, un difusor de valores democráticos y republicanos y un espacio de reunión útil para el desarrollo de iniciativas de bien público.El nuevo sistema de administración está basado en Servicios Locales de Educación, entidades descentralizadas que tendrán a su cargo las escuelas y liceos de una o varias comunas, según su tamaño. Tendrán un consejo directivo plural y un director ejecutivo. Ellos formarán parte de una estructura nacional de coordinación y apoyo.En nuestras escuelas y liceos hay directivos, profesores y estudiantes muy valiosos, cuyos esfuerzos no siempre son destacados y valorados. Detrás de este proyecto, debe haber también un esfuerzo muy relevante para fortalecer y recuperar la educación pública al nivel que debe tener. 

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