La última arremetida de Bolivia ha resultado particularmente odiosa, bordeando lamentablemente en el ridículo internacional. Pasamos de ser acusados de tener una base militar en la frontera, a conocer que el propio Presidente Morales había inaugurado un complejo de sus fuerzas armadas a 1,5 kilómetros del borde fronterizo.

¿Era necesario todo este absurdo show mediático? ¿Qué ganó Morales aparte de quedar expuesto en una serie de acusaciones sin fundamento? Lamentablemente, la situación interna en Bolivia hace que su mandatario incurra en acciones irresponsables, injuriosas y derechamente ridículas, cuyo único efecto es complicar aún más la vida de los bolivianos.
Una relación mala, tensa y desconfiada con Chile sólo trae dificultades al comercio de Bolivia y con ello a su economía y el empleo. 
Aquello es sabido por el pueblo altiplánico y por eso es que la popularidad de Morales viene cuesta abajo. 
En vez de apostar por la cooperación, la integración y la amistad entre las dos naciones, un líder confundido nos ha llevado a punto muerto.
Tal es la confusión del Presidente Morales que hasta de guerra ha hablado. ¡Qué irresponsabilidad más profunda! 
Chile, entre tanto, sigue trabajando y aportando a la integración regional, muy lejos de polémicas sin sentido, por lo que la ciudadanía debe seguir apoyando la gestión de gobierno en este tema,  ya que acá no hay matices en el espectro político.
Chile es un país serio y su gente es amable, esforzada y generosa cuando se trata de relacionarnos con nuestros vecinos.  
Eso va a seguir así, independiente de los exabruptos que nos pueda ofrecer el Presidente boliviano. 
Nosotros sabemos que estamos haciendo bien las cosas y eso basta para estar unidos como país responsable: a palabras necias, relaciones exteriores sobrias.
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