Casi por añadidura el papa Francisco en principio iba a visitar Chile el 2017, si porque cuando ahora le da un montón de explicaciones a sus compatriotas por no poder venir a su Argentina para beatificar un par de beatos, los católicos chilenos nos “enteramos por la prensa” que no pasaría por nuestra patria, por tener su agenda llena…; Tal vez los expertos en temas de la curia dirán que existen hechos en la iglesia a nivel nacional que explicarían el “por qué se embarró” su visita, de hecho han aparecido declaraciones como la de Marta Larraechea, esposa del ex presidente Frei, diciendo…el papa no quiere a Chile…¿A qué vendría?...; Sin ninguna duda el ambiente previo que tenía la visita del Juan Pablo II en 1987 a Chile difiere totalmente con el que se encontraría Francisco, son varios los casos de abusos de curas que se han conocido en estos últimos años, sin embargo las desafortunadas acciones del Vaticano para proteger a los culpables de la justicia terrenal, han dejado un sinsabor muy grande entre los católicos, tal vez la gota que rebalsó la copa, fue cuando Francisco se expresó de los osorninos, de una manera inesperada y descalificadora, no acorde al pastor líder de la iglesia, por la investigación del obispo Barros en el caso del cura Karadima y la solicitud de que sea removido de Osorno …; Algo pasó, pero todo indica que la imagen que proyecta Francisco hoy no es la misma que hizo suya cuando fue ungido papa, como que se perdió en los intrincados pasillos del Vaticano, como que la Curia Romana sigue tan poderosa, muy vigente y reticente en extremo a los cambios, a la transparencia total, mientras estas desafortunados hechos se mantengan, muchos católicos, entre los que me encuentro, tendremos comunicación directa con el que murió en el Gólgota, la iglesia católica con su estructura burocrática y cerrada, hoy no allana el camino para seguir siendo el intermediario con quién la fundó en los albores del cristianismo…
Luis Enrique Soler Milla