Varias obras de mejoramiento y recuperación de la infraestructura portuaria, borde costero y de conectividad, estarán listas a fin de año en nuestra región, medidas de reconstrucción por el terremoto y tsunami del año pasado que el Gobierno lleva a cabo.
En Tongoy, particularmente, un nuevo puente de acceso, la caleta y los muros de contención tienen avances que superan el 50 % y deberían estar listos para la temporada de verano que se avecina, lo que se refuerza con la construcción de un centro gastronómico.
Del mismo modo, en el borde costero de Coquimbo se habrán invertido más de 8 mil millones de pesos para cambiar sustancialmente la fisonomía del lugar, con una nueva explanada pesquera, boxes para trabajadores del lugar, ciclovías, accesos, estacionamientos, paseo peatonal y varias obras que harán del sector, un polo turístico de gran atractivo.
Buenas noticias para la zona. Sin embargo, toda esta inversión debe tener una coherencia regional con una mirada intersectorial que nos permita como región generar sinergias y focalización de los recursos para realmente potenciar nuestra vocación productiva regional.
Me refiero a que, por ejemplo, los centros de formación técnica estatales que se instalen en la zona, deben dar cuenta de los esfuerzos que se hacen en potenciar actividades como el turismo y la pesca para formar a los alumnos en carreras que puedan aprovechar estas ventajas en infraestructura. 
La enseñanza de idiomas extranjeros de manera intensiva es una de las cosas que no pueden perderse de vista, si queremos atraer turismo que vaya más allá de los visitantes argentinos.
Como región debemos ir desde ya teniendo una mirada común acerca de qué tipo de crecimiento económico vamos a construir, de modo de que todas estas obras tengan un correlato con la matriz productiva que estamos proyectando. 
Es hora de empezar ese debate local, para que todos los avances se traduzcan no sólo en concreto, sino también en puestos de trabajo y en modelo de desarrollo futuro.
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