Al extinguirse la oferta y la demanda, la economía debe ser controlada por una persona o grupo de personas. Y con el fin de controlar la economía, ésta persona o grupo de personas, debe controlar a los trabajadores (la colectividad). Por lo tanto, la pérdida de una economía de libre mercado está vinculada inexorablemente a la pérdida de la libertad personal de los individuos.

Hay razones lógicas por las cuales los sistemas centralizados y colectivistas no permiten la plena libertad de expresión. Los tiranos saben que cuando se permite la libertad en las áreas más pequeñas de la vida civil (pensamiento, arte, ocupación) entonces la gente deseará libertad de expresión en áreas más grandes (religión, familia, horario, residencia).  En una sociedad/económica planificada, éstas y otras varias decisiones son tomadas por la clase dominante.

Una economía controlada, funcionará si las personas están donde deben estar y haciendo lo que deben hacer. Cualquier desviación de éste patrón tiene el potencial de afectar la salud y armonía de la colectividad, al punto de poner en peligro su propia existencia. Así, pues, la sociedad cede sus derechos civiles para que la colectividad funcione según el patrón de los planificadores.

 

 

Ejemplos bíblicos

 

Santiago 4:13 ilustra la libertad del individuo en la sociedad, según el modelo divino de una economía sana.  El hombre de éste escenario elige el lugar donde quiere hacer negocios (iremos a tal o cual ciudad”, LBLA), elige el tipo de trabajo que va a hacer (haremos negocio”, LBLA), en busca de un beneficio de sus decisiones personales (tendremos ganancia, LBLA).  Pero, el socialismo neto, no permite al individuo el tomar tales resoluciones, y literalmente se incomoda con el beneficio que busca el comerciante de éste pasaje. Incluso, en muchos lugares del mundo, ahora mismo se está jugando con el antagonismo al “lucro”.  Para el socialista todo “fin de lucro” es algo “inmoral”.

En Filipos, Pablo y sus compañeros se encontraron con varias mujeres a la orilla del rio, donde se reunían para la oración. Entre las mujeres se encontraba Lidia, una vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira (Hech. 16:14).  Lidia era una mujer de negocios, y ejercía su libertad de moverse hacia nuevos mercados. Lidia, hasta éste momento, poseía libertad económica y religiosa. Pero, el socialismo no permitiría a Lidia actuar como lo hizo. Sin embargo, según todas las implicaciones de las Escrituras, éstas libertades individuales constituyen el entorno ideal para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad(1 Tim. 2:2).

En su parábola de la gran perla, Jesús describió a un mercader de perlas quien habiendo buscado y hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró (Mat. 13:45-46). Sin duda alguna, éste es un claro ejemplo de economía de libre mercado. El mercader de perlas hizo su propia decisión económica basada en su propia evaluación comparativa de los elementos involucrados. Estimó el valor de la “perla preciosa” como suficientemente justificado como para vender lo necesario para adquirir el capital para comprarla. Sin embargo, en las economías controladas de las filosofías colectivistas, el individuo no puede actuar como éste mercader, pues no posee la libertad de tomar tales decisiones.

Como el lector puede ver, en los ejemplos anteriores, cada uno hizo su propia decisión de dónde y cuándo llevaría a cabo su negocio. Una economía socialista/planificada no permite tales acciones.

 

 

Conclusión

 

La utopía socialista se basa en la noción del poder colectivo, pero no toma en cuenta la pérdida de las libertades individuales. Los jóvenes motivados por ésta filosofía, que disfrutan de sus Smartphones, Tablets, Play Stations y Televisores Full HD, no se han detenido a pensar cómo serían vistos tales dispositivos por los líderes autoritarios de un eventual gobierno comunista.  ¿Serían tales dispositivos considerados una amenaza o pérdida de tiempo por los planificadores centrales de una sociedad económica/planificada que quieren ver a los jóvenes ocupados en la producción? Según la lección de la Historia, ¡el sí es rotundo!  Eso es precisamente lo que los líderes pensarían.

Recuérdese como los libros fueron quemados y alejados de la sociedad que estaba construyendo Hitler, por el temor de que ciertos escritos podrían estimular el pensamiento libre de la población.

Los líderes que protestan a favor de una economía socialista suenan bien, sólo en teoría, pero en la práctica llevan a las gentes a perder sus libertades civiles.

 

Autor

Imagen de Josué I. Hernández

Yo soy simplemente un cristiano, un discípulo de Jesucristo, y miembro del cuerpo del Señor, la iglesia, tal como se describe en el Nuevo Testamento (Mat. 16:18).

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