Cada año las fiestas nos entregan la posibilidad de reunirnos con nuestros seres queridos, de compartir lindos momentos y renovar nuestro compromiso de unidad. Se trata de estar juntos, reunidos, en familia. Sin embargo, en esta sociedad de consumo, hemos perdido el sentido de estas fiestas. Hemos visto cómo cientos de personas repletan el comercio, gastando el presupuesto que no tienen, volviéndose esclavos de los créditos. El endeudamiento de los hogares de nuestro país alcanzó este año un récord histórico. El Banco Central  estima que cada hogar destina más del 63% de un ingreso mensual para cancelar deudas contraídas. Adimark, por su parte, señala que el 41% de los chilenos está endeudado o le cuesta llegar a final de mes. Esto, en cifras reales, significa que a casi 7 millones de chilenos vive en torno al crédito. Pero lo más preocupante de estas cifras es que el endeudamiento afecta la felicidad de las familias, ya que de esas personas que mantienen deudas, sólo la mitad se declara feliz. Por eso es importante que demos un paso hacia adelante, y entreguemos un sentido a estas fiestas, donde la solidaridad y la cooperación entre todos los chilenos sea el motor de nuestras familias. En necesario movernos por causas nobles, que den alimento al espíritu y nos hagan crecer como sociedad feliz. Una sociedad fraterna, solidaria, en que cada uno de nosotros aporte a construir un país con mayor justicia social. Cada año que se termina es una etapa que se cierra, pero también cada nuevo año es la oportunidad que tenemos de iniciar nuevos proyectos. Es necesario detenernos un momento, mirarnos a los ojos, abrazarnos, y seguir juntos hacia adelante, para avanzar hacia una sociedad solidaria y con compromiso social, donde todas nuestras familias puedan crecer en dignidad, derechos y felicidad.Démonos cuenta que los obsequios son sólo un símbolo, pero que el mejor regalo para un niño es vivir en un país que los proteja y los atienda en su integridad.

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