La posverdad de Trump

Empezó como un enfrentamiento más entre el Presidente y el periodismo de Estados Unidos. Pero derivó en un choque sin precedentes. Por coincidencia, la Real Academia Española anunció la oficialización del término “posverdad” que apunta al corazón de la dialéctica de Donald Trump. El término, dijo Darío Villanueva, director de la RAE, “se referirá a aquella información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”. En tiempos de Internet, los habitantes de nuestro planeta estamos hablando un nuevo idioma, con profusión de términos similares a los que anticipó Orwell en “1984”. Es el caso de la posverdad, en definitiva traducible como lo que, hasta hace no mucho, era una falsedad sin atenuantes.El episodio más reciente ocurrió el miércoles de la semana pasada, cuando Trump volvió a denunciar las “noticias falsas de CNN”. Sobre la marcha, nombró los canales NBC, CBS, ABC, The Washington Post y The New York Times como propaladores de “puras noticias falsas”. En vez de entrar en un juego de dimes y diretes, el diario The Washington Post optó simplemente por una réplica frontal: acusó a Trump de haber falsificado una portada de la revista Time de 2009, que exhibía como auténtica en sus clubes:“No hubo edición en 2009 en la que Trump estuviera en la portada”.Los comentarios negativos que siguieron, especialmente uno en el programa “Morning Joe”, de la cadena MSNBC, no fueron naturalmente del gusto del presidente. En un gesto inimaginable en cualquier otro país del mundo, arremetió ferozmente: “He escuchado sobre la poca audiencia de @Morning Joe, hablan mal de mí (no la vean más)”. Respecto de la presentadora, la trató de “loca, con un débil IQ (coeficiente intelectual)”. Y acerca del presentador tampoco se contuvo: lo calificó de ser un enfermo mental. Esta pelea -posverdad de por medio- está recién empezando.