Cada cierto tiempo nos sorprenden con una nueva prohibición, o proyecto de  prohibición.Sólo por enumerar las más recientes:    En Santiago existe la prohibición  de ocupar las vías reservadas para los buses por automóviles particulares, incluso habiendo tacos. La Ley de Alcoholes,  en forma extremadamente estricta, no permite que un conductor beba ni siquiera un gramo de alcohol, porque si lo hace - y lo sorprenden - se arriesga también a fuertes multas, suspensión de la licencia de conducir y ni hablar si se le pasa la mano, donde puede llegar a un largo e inconfortable alojamiento en alguna de las sobrepobladas prisiones chilenas, junto con narcotraficantes,  asaltantes y homicidas. Se anuncia una ampliación de la Ley del Tabaco, que prohibirá fumar hasta en los parques, es decir, los amigos fumadores que hasta ahora lograban arrancarse un momento de los lugares cerrados, se encontrarán que ya no sólo no habrá un local que los acoja, sino que además en ningún lugar público van a estar permitidos. Está en trámite una ley sobre discriminación que castigará ya no sólo los actos, sino hacer cualquier comentario que pueda llegar a ser considerado discriminatorio. Y la novedad del año, ahora se adelantó que se propondrá como una medida para prevenir el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, la restricción de los “happy hours” y las barras libres…Es decir, cada vez que un personaje mesiánico siente el llamado a proteger a los demás, concluye en que lo mejor es emitir una nueva prohibición…La historia está llena de ejemplos acerca del nulo efecto de las prohibiciones, y de que si realmente se quiere cambiar una conducta que se considera nociva… hay que educar… Pero educar demora mucho tiempo… y prohibir es más mediático.Quizás la prohibición más racional es la de Quino, cuando hacía aparecer a su popular personaje “Mafalda”, con un letrero que decía : “Prohibido prohibir…” 

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