no de las debilidades de la democracia chilena antes de 1973 era la existencia de gobiernos de minoría, con gobernantes que ni siquiera superaban el 40% de los votos en las elecciones - fue el caso de Jorge Alessandri y Salvador Allende-, y que después eran elegidos por el Congreso Pleno, según disponía la Constitución. Por lo mismo, la Carta Fundamental de 1980 estableció la segunda vuelta, que permite al pueblo definir al Presidente de la República entre las dos primeras mayorías relativas de la primera vuelta.Una de las consecuencias de este cambio es el incentivo a las candidaturas con menores apoyos, con escasa representación, que ahora pueden participar en la certeza que no serán como el “cura de Catapilco”, sino que a lo más provocarán una nueva elección. Así se notó en 1994 y 1999, con seis candidatos en cada caso, y aún más el 2013, ocasión en que compitieron nueve candidatos. Esto permite a los postulantes apoyar a otro en la eventual elección definitiva, negociar, seguir siendo figuras políticas relevantes. Este 2017 la situación se presenta curiosa. Por una parte, surgen candidatos en los más diversos partidos y alianzas, así como figuras independientes que buscarán el voto popular. Hay quienes ya han contabilizado más de veinte posibles postulantes, aunque es evidente que no todos llegarán a la papeleta para el próximo 19 de noviembre. Ex presidentes de la República, senadores, figuras sociales, candidatos que se repiten el plato, en fin, una gran variedad de alternativas personales e ideológicas. Algunos ya han sido proclamados por partidos (Guillier y Lagos, por ejemplo), otros esperarán hasta marzo (Piñera), mientras no faltan los que quieren dar una sorpresa, que hoy marcan poco en las encuestas, pero que se presentan confiados ante la posibilidad de subir durante la campaña. Un aspecto importante es que muchos han enfatizado que sus candidaturas aspiran a la unidad de sus respectivos sectores, lo que indica que irán desapareciendo algunos candidatos.Además, pese a los nuevos movimientos y a ciertos liderazgos, solo hay dos conglomerados que aparecen con posibilidades reales de victoria: Chile Vamos y la Nueva Mayoría. Pero hay que mirar con atención al incipiente Frente Amplio. Quedan unos meses para conocer cómo se decidirá el futuro del país.

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