Se viven días de balances. Al revés de otras temporadas, se perciben pocas diferencias en los análisis: 2020 ha sido un año duro para todos.  Empezó mal en nuestro país debido a las secuelas del estallido social; la pandemia del Covid-19 solo empeoró las cosas.

En enero se la percibía como una amenaza lejana. Pero pasó por Europa y en marzo hizo su estreno en Chile. Hemos sufrido muertes, nos hemos encerrado largamente. Hemos pagado un alto costo todavía no bien determinado en salud mental y física y en la economía. Hay esperanzas, pero todavía son débiles. Tal vez nunca nuestras generaciones vuelvan a vivir con la sensación de seguridad que tuvimos hasta 2019.

En el entrecruzamiento de balances y pronósticos, hay más dudas que certezas.

En el siglo siguiente a la gripe española, Chile superó enfermedades de larga data como el tifus exantemático, la tuberculosis, la poliomielitis y las infecciones gastrointestinales.

Es sintomático lo que ocurrió a comienzos de los años 90 cuando un brote de cólera fue controlado gracias al buen manejo de las autoridades sanitarias y la autodisciplina de la población.

Lamentablemente, en 2020 la comunicación oficial fue errática y desconcertante logrando una respuesta poco solidaria de grandes sectores, especialmente jóvenes.

El temor y la incertidumbre que generan esos males masivos, han alentado históricamente la búsqueda desesperada de señales de optimismo o, por lo menos, de consuelo.  Ello explica la permanente popularidad de los horóscopos de distinto signo.

Lo malo es que, a la luz de lo que ocurrió este año que termina, nunca han sido lo suficientemente precisos o acertados. La futurología basada en la posición de estrellas y planetas no es una ciencia. Sin embargo, hay muchos que confían en ella como si lo fuera.

Podría ser un inofensivo pasatiempo. Y así lo dicen muchos lectores de horóscopos que los consideran una simple diversión. Pero si uno los toma en serio pueden ser tremendamente peligrosos.

En estos días en que nos inundan las predicciones y los augurios de todo tipo, los recomendable es quedarse -solamente- con los resúmenes del año. Son más seguros.

Autor

Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

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