oy son las elecciones primarias en las que dos coaliciones elegirán, mediante voto popular, su candidato presidencial; por un lado estará Chile Vamos, que lleva tres precandidatos y por otro lado, la coalición de extrema izquierda del Frente Amplio. En la Nueva Mayoría, a pesar de todos los discursos de participación democrática, no lograron ponerse de acuerdo en lo más básico y finalmente no participaron de estas primarias, evidenciando una vez más las profundas diferencias que existen al interior de su coalición, lo que ha llevado a que su sector de centro, que es la democracia cristiana, se haya negado a aprobar por secretaría la nominación de un candidato de consenso, porque justamente no han logrado una vez más, tener ese consenso.Por eso, lo primero que llama la atención en este escenario es la incompatibilidad entre lo proclamado por el Gobierno como esencial para una democracia participativa y la decisión tomada, que no permitió que fuera la ciudadanía quien libremente eligiera al candidato de esa coalición; porque en esencia son las primarias las  que permiten que los votantes tengan directa injerencia en la elección de los candidatos a Presidente de la República. Cada día vemos con más fuerza, la importancia que tiene que la elección de quien sea el siguiente Presidente del país, se haga basada en una  evaluación del  conocimiento, la eficiencia y la calidad de gestión  probada del candidato, por sobre condiciones personales como la simpatía o la cercanía,  que lamentablemente ya hemos aprendido  que no es suficiente para hacer lo mejor para el país.Por eso quiero invitarlos a no quedarse en la casa, porque no da lo mismo participar o no, tal como no da lo mismo por quien votar.Nuestro país necesita un Presidente que entienda los problemas reales que tiene el país y que tenga los equipos preparados para hacer el mejor trabajo posible, porque tenemos que  recuperarlo de su largo estado de estancamiento.Necesitamos volver a crecer sostenidamente; es imperativo retomar la creación de mejores empleos; el país debe reencontrarse con la senda del crecimiento de la que nunca debiera haber salido. Hoy podemos celebrar un doble triunfo, el de nuestra selección, pero también el triunfo de las ideas y la eficiencia por sobre el populismo político… la responsabilidad de conseguirlo está en las manos de todos nosotros.  

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